Garrido, censador de aves desde hace más de una década, acumula 150 vuelos sobre las más de cien mil hectáreas del Espacio Natural de Doñana, que suma los parques nacional y natural del mismo nombre, el último, realizado esta semana y en el que participó la Agencia Efe.

Estos vuelos, que se suelen realizar mensualmente con una duración de entre dos y tres horas, son la forma más idónea para censar los centenares de miles de aves acuáticas que cada invierno se concentran en las marismas de Doñana y que han consolidado a este espacio protegido como uno de los enclaves ornitológicos más importantes de Europa, tanto por la cantidad de aves que acumula como por la diversidad de especies, algunas en peligro de extinción.

Los censos aéreos permiten estimar el número de aves acuáticas de Doñana, que alcanzan el medio millón de ejemplares en épocas de invernada y cuyo cálculo no sería posible realizar a pie, dada la extensión de las marismas y la dificultad de recorrerlas cuando están inundadas, explica Garrido.

Flamencos, ánades, cigüeñas, espátulas y garzas son algunas de las especies que se concentran en un mayor número de ejemplares en las marismas del estuario del Guadalquivir, donde se alimentan, nidifican y se reproducen.

Estos censos aéreos de aves se realizan en grandes espacios protegidos de diversos continentes, aunque en Europa sólo se desarrollan de forma sistemática en Doñana y en la Camarga francesa.

Los primeros vuelos se realizaron en Doñana en 1973, con la colaboración del Ejército del Aire.

Estos reconocimientos aéreos se centran en otoño e inverno, para censar las mayores concentraciones de aves acuáticas en Doñana, aunque también se realizan en otras épocas del año por científicos de la EBD para analizar el estado general de este espacio protegido o para el seguimiento de alguna de las especies que alberga.

El censo aéreo de aves lo practican especialistas que se forman con un programa informático específico del CSIC que, a modo de simulador, representa diferentes bandos de aves en la pantalla de un ordenador.

El censador estima el número de ejemplares y el programa informático le orienta sobre su porcentaje de aciertos o de errores, lo que permite al técnico un adiestramiento de estos cálculos que luego aplica en los reconocimientos aéreos.

Garrido graba durante el vuelo sus cálculos visuales sobre el número de aves y la especie a la que pertenece en una grabadora y dirige al piloto hacia las zonas de concentración de avifauna para realizar un "barrido" completo de las marismas.

Cuando coinciden numerosos bandos de aves y de especies diferentes, el censador es ayudado por un auxiliar que estima las aves que el primero no tiene tiempo material de calcular.

Los vuelos abarcan las más de cien mil hectáreas del Espacio Natural de Doñana y algunas zonas anexas, que recorren cuadrículos virtuales para facilitar los cálculos y evitar censar dos veces a un mismo bando.