Entre las prácticas que se quieren erradicar por no aportar valor o por los efectos figuran el uso de protectores gástricos en pacientes sin factores de riesgo; tomar más de dos antiinflamatorios no esteroideos de manera simultánea; tomar medias terapéuticas intensivas para conseguir reducir la hemoglobina en menos de un 7,5 por ciento en ancianos con factores de multimorbilidad; y no realizar pruebas de control de glucemia en pacientes con buen control clínico y metabólico. En la lista también se incluye evitar suministrar antibióticos de forma rutinaria a niños con gastroenteritis; no realizar test serológicos para el diagnóstico de la enfermedad celiaca antes de que el gluten haya sido introducido en la dieta; no prolongar más de 24 horas tras una intervención quirúrgica el tratamiento con antibiótico; evitar iniciar un tratamiento antihipertensivo de manera inmediata cuando se detecta una cifra de presión arterial elevada, o solicitar múltiples pruebas en la valoración inicial de un paciente con sospecha de enfermedad tiroidea. Otras recomendaciones pasan por evitar una radiografía simple de abdomen de forma rutinaria en niños o adolescentes con dolor abdominal agudo, salvo que exista sospecha de obstrucción o perforación intestinal, o desestimar una resonancia de cribado de cáncer de mama en mujeres sin síntomas ni factores de riesgo.