Vertederos en los alrededores de los núcleos urbanos que son auténticas despensas, el aumento de los cultivos de regadío y los cultivos de arroz en zonas de marisma. Son los tres principales factores que han contribuido en lo que va de siglo a que una especie tan migratoria como la cigüeña blanca haya decidido "hacer" la invernada en la Península Ibérica, un tercio de ellas en Castilla y León, dejando anticuado el refrán de "Por San Blas la cigüeña verás". Ya no hay que esperar al 3 de febrero para observar su vuelo.

El motivo, una suficiente alimentación que evita los viajes de la especie al Sahel, al sur del Sáhara, donde históricamente volaban en invierno a comer, principalmente, langosta, afectada además por las sequías prolongadas. "Aún lo siguen haciendo, pero en menor medida", explica a Ical Blas Molina, biólogo de SEO/BirdLife.

Aunque el último censo de cigüeña blanca data de 2004, con más de 33.000 parejas -unas 12.000 en Castilla y León-, Molina cifra en que actualmente se han superado las 40.000 en España. "No se han hecho censos posteriores a causa de la crisis. Se ha priorizado el de especies amenazadas, y la cigüeña ya no lo es", justifica. De hecho, la evolución de esta ave sigue una tendencia positiva, algo que se evidencia con nidos en lugares cada vez más extraños, ya no solo en la romántica torre de la iglesia, sino en postes de alta tensión, viejos molinos e incluso en antiguos edificios.

El biólogo enfatiza en que existen programas desde finales del siglo pasado que se traducen en que la especie "está más presente en zonas meridionales y ahora en invierno aumenta". El cambio climático tiene una "parte importante" de culpa de esta nueva movilidad, pero "no está fehacientemente demostrado". Lo que sí está acreditado es que los vertederos han contribuido a que el ave se afinque. Como ejemplo, señala que en Madrid se contaron 1.500 ejemplares hace 14 años y recientemente sumaban ya cerca de 5.000.

Ahora, sobre todo las más cigüeñas adultas "han aprendido a alimentarse en los basureros y se ahorran el viaje". "No es por el frío, como muchas veces se dice. Si tienen recursos en su zona de origen no tienen que emigrar porque obtienen la energía para subsistir", remarca. A las que no se van se suman las que llegan procedentes de otros países europeos a pasar el invierno a España, entre 180.000 y 222.000 parejas reproductoras, que se controlan gracias al Programa Migra, que sirve para marcar algunos ejemplares. No obstante, Molina sostiene que aún se observa migración por el Estrecho de Gibraltar.

Además de los basureros, cerca de los cuales suelen instalarse nutridas congregaciones de parejas reproductoras, han provocado esta evolución los cambios de las prácticas agrícolas. "El aumento de los regadíos y los cultivos de arroz han contribuido a la invernada. Eso pasa en zonas de marisma, como en Doñana, con el crecimiento del cangrejo rojo americano, una presa muy buscada por la cigüeña que le permite no viajar tanto", desliza Molina. Igualmente, otros factores que cita el biólogo son la mayor concienciación ambiental de la sociedad que "no hace daño a la especie" y "se protege mejor"; y que en zonas de Sahel "no ha ocurrido una sequía tan pertinaz como en los años 70, que redujo bastante la población ibérica", ya que muchas cigüeñas murieron allí ante la falta de alimento. Hoy en día, las principales áreas de invernada en la Comunidad son las lagunas de Villafáfila (Zamora) y La Nava (Palencia), así como El Oso (Ávila) y el azud de Ríolobos (Salamanca). Blas Molina recuerda que la cigüeña blanca es un ave muy ligada al hombre y a sus actividades productivas, razón por la que ocupa hábitats abiertos y relativamente transformados, como dehesas, regadíos, pastizales ricos en ganado, cultivos de secano, así como zonas húmedas y herbazales naturales en los que busca su alimento. Evita, sin embargo, las áreas predominantemente forestales y las muy montañosas.

Se considera una especie "relativamente oportunista", con una alimentación basada en grandes artrópodos, -principalmente saltamontes y escarabajos-, aunque en su dieta se incluyen también, con desigual proporción según las regiones, una gran variedad de invertebrados, en particular, lombrices de tierra, y vertebrados, como roedores y culebras.