Las vacas responden al sonido del claxon y persiguen a su dueño. Subido en su tractor, el ganadero Ovidio García accede a una de las fincas en las que se encuentra su ganado, en Manceras de Arriba (Ávila), para poder facilitar forraje y pienso a una cabaña que desde hace unos días tiene dificultades para alimentarse a causa de la fuerte nevada en el sur de Castilla y León. "Sin pasto, tengo que subir con el tractor a darles de comer", remarca, poco antes de bajarse del aparato y repartir un bloque de alfalfa bajo las encinas, árboles con años de historia que resguardan a los animales de un viento que rompe en el monte.

El caso de Ovidio es uno más de los ganaderos, principalmente de extensivo de carne, que estos días se afanan en alimentar como pueden a sus animales con la única ayuda del tractor: "De otro modo sería imposible". Aunque la carretera ya se encuentra limpia, gracias al trabajo de los propios habitantes del pueblo, los caminos de acceso acumulan aún buena cantidad de nieve que sólo un tractor puede superar.

En Mancera de Arriba, a 14 kilómetros de la localidad salmantina de Peñaranda de Bracamonte, reside medio centenar de personas, con 75 censados, y los activos viven todos del ganado en extensivo, de carne. "Nos llevamos todos bien y podemos hacer trabajo común juntos", detalla, mientras señala a un ternero apartado del resto, expuesto al poco calor del sol de la mañana, que sale corriendo al acercarse. "¡Mira!, este nació el día de Año Nuevo", desliza. Con medio año de vida, los animales se dirigen al matadero, a excepción de las hembras hijas "de vacas buenas", que se quedan para criar.