La Red de Modelización Regional Integrada Hispalink prevé que la economía de Castilla y León cierre 2017 con un avance del 2,2 por ciento, ocho décimas menos que la media nacional (tres por ciento), lastrada por el impacto de la sequía en la agricultura y en las ramas energéticas. La desaceleración de la economía regional situará a Castilla y León como la autonomía con peor ritmo de crecimiento este año, muy lejos de las comunidades más dinámicas, Baleares, 3,7 por ciento; y Madrid, 3,6 por ciento.

El informe sobre predicciones de crecimiento regional de Hispalink de diciembre indica que en 2018, el VAB de la comunidad se acelerará sólo una décima, hasta el 2,3 por ciento; para mantenerse en ese porcentaje de crecimiento en 2019, por debajo de la media en España ambos años, donde la economía crecerá un 2,5 y un 2,4 por ciento, respectivamente.

El año que viene Castilla y León crecerá por encima de Aragón (1,9 por ciento); Castilla-La Mancha; Extremadura y País Vaco (2,2 por ciento) y en el mismo porcentaje que Andalucía, Asturias, Cataluña y La Rioja, aunque también estará lejos de la cabeza de la tabla que volverá a ocupar Baleares, con un 3,5 por ciento. Hispalink destaca en su informe que la economía castellana y leonesa perderá este año un punto de crecimiento desde el ritmo alcanzado en 2016 (3,3 por ciento), por los malos resultados del campo que "descontará más de tres décimas a la economía regional". El VAB del sector registrará una merma de 7,1 puntos.

Sin embargo, la responsabilidad de la desaceleración no se encuentra solo en la actividad agraria. Y es que la economía no agraria crecerá un 2,7 por ciento, cuatro décimas por debajo de los ritmos de 2016 (3,1 por ciento). En concreto, también desacelera la Industria, que pasa de un ritmo de crecimiento del 4,4 por ciento a sólo el 1,7 por ciento en el año actual. La consecuencia es que la aportación del sector industrial a la economía regional se situará al final de 2017 en cuatro décimas, en lugar del punto porcentual que aportó en 2016.

En este sentido, las mismas fuentes explican que la contracción estimada para la rama energética (menos 3,1 por ciento), derivada de la sequía y de la situación de la minería del carbón, está detrás de la desaceleración, si bien también hay mirar hacia la pérdida de impulso en las manufacturas (2,7 por ciento), tras un año de fuerte crecimiento, como fue 2016 (seis por ciento).

Por el contrario, la construcción fortalecerá sus ritmos en el conjunto de 2017, pudiendo acercarse al cuatro por ciento de crecimiento. "Se trata, de confirmarse, de una buena noticia, aunque nos encontramos en niveles de actividad muy inferiores a los anteriores a la crisis", expone el análisis de la red recogido por "Ical".