Mientras tanto, los cargos principales de cada territorio se irán pronunciando a lo largo de los próximos días. Algunos ya se adelantaron y lo hicieron ayer mismo. Ruiz Medrano, al declarar ayer su lealtad a Herrera vino a comprometer el apoyo del aparato oficial de Valladolid a Antonio Silván. Habrá que esperar a los resultados del día 17 para saber si puede existir división en las bases, como consecuencia de las disidencias internas que ya se barruntan en la capital pucelana de cara al congreso provincial y si esa diferencia beneficia a Mañueco. Silván contaría también con Palencia y es más que probable que con Burgos, la tierra de origen de Herrera.

En León, las urnas serán todo un test para medir si el exconsejero ha conseguido neutralizar las corrientes impulsadas por la fallecida Isabel Carrasco, en clara alineación con Mañueco y con el actual coordinador general del PP, el zamorano Fernando Martínez Maíllo. Los votos de León serán trascendentales, al tratarse de la provincia con mayor número de militantes.

Por su parte, Mañueco contaría, además de con su feudo salmantino, con el respaldo claro de Zamora, donde las únicas voces disidentes en lo que se refiere a cargos tienen también nombre propio: el secretario provincial, Alberto Castro, en clara sintonía con la procuradora Rosa Valdeón. Otra incógnita es la posición del procurador Óscar Reguera, quien podría también sumarse a la corriente contraria a la que, con toda seguridad, defenderán los cargos populares en Diputación y ayuntamientos zamoranos. El PP segoviano de Silvia Clemente bascularía, igualmente, del lado del regidor charro, lo mismo que Soria y Ávila, donde aún resuenan, sin embargo, las voces que señalaban una tercera vía encabezada por Pablo Casado.

Los resultados de esas primeras votaciones, tan solo dentro de una semana, se presentan, en principio, muy reñidas. No sería extraño que se llegara al Congreso con las dos candidaturas, como ocurre ya en Cantabria, por ejemplo. En ese caso son los 1.219 compromisarios de cada una de las 9 provincias, mil de ellos elegidos por las bases, pero cuyo voto en el Congreso es secreto, los que tendrán en sus manos el futuro de un PP regional más dividido que nunca.