Los Pingüinos vuelven a anidar en Valladolid y, tras dos años de parón, la concentración ha vuelto a congregar a miles de amantes de las dos ruedas y de ese compañerismo que se respira en el pinar próximo a la ciudad, allí se comparte todo, empezando por la adoración a las fogatas, la música y las motos.

A Valladolid han vuelto moteros de diferentes partes de España y de Europa. Entre los pinos vallisoletanos vuelve a haber olor a leña y, sobre todo, ganas de divertirse. Ese es, por ejemplo, el verdadero reclamo para un grupo de alicantinos que han cambiado el traje de la oficina por el cuero, la mochila y los guantes polares.

"Aquí nos los pasamos muy bien", dice Jaime para quien cambiar los veinte grados que el jueves había en Alicante por el frío castellano "merece mucho la pena". Otro que viene de Alicante es Pedro Martínez, en una Guzzi del año 1956, poco más que una bicicleta. El viaje ha transcurrido sin incidentes, la vieja Guzzi ha respondido y ni siquiera ha habido pinchazos pero, según asegura, le ha parado la Guardia Civil para ver si "todo estaba en regla". Ni a los de Alicante ni a nadie. Las bajas temperaturas no asustan a los Pingüinos, de momento son 6.000 los inscritos y el primero fue un canadiense de Ontario que se plantó aquí en manga corta. Ayer también tocó visitas institucionales, a media mañana se pasó el equipo de gobierno del Ayuntamiento. Este primer día fuerte de Pingüinos 2017 coincide con el inicio de "La Leyenda Continúa" en Cantalejo (Segovia).