"En Primero y Segundo de la ESO tuve problemas de "bullying" y sufrí acoso de compañeros que, afortunadamente pude solucionar. Ahora espero que mi experiencia pueda ayudar a otros alumnos". Son las palabras de María, alumna de Tercero de la ESO del instituto Diego Marín Aguilera, en Burgos, que está convencida de los beneficios de la mediación escolar para evitar los conflictos en los centros y en las aulas. La mediación escolar se ha convertido, con el paso de los años, en el mejor proyecto de mejora de la convivencia en numerosos colegios e institutos de la comunidad. Y es que lograr un buen ambiente en un colegio o instituto es clave para alcanzar el éxito escolar.

Lo saben bien Yoel y Yamila, alumnos de Segundo de Bachillerato del Ramiro II de La Robla (León). Ambos están a punto de concluir sus estudios en el centro y, por lo tanto, han podido comprobar la importancia de la mediación escolar a la hora de resolver conflictos e incluso participar en alguna sesión. Después de varios años en el centro y a punto de acabar el Bachillerato, ambos constatan que la conflictividad ha bajado en el instituto.

En muchos casos, son conflictos menores como insultos y pequeñas peleas entre compañeros pero atajarlos en un estadio inicial evita que se conviertan en problemas mayores y derivar en "bullying".

La clave del éxito en el Ramiro II es que el centro forma cada nuevo curso escolar a un grupo de 25 personas, la mayoría alumnos pero también profesores, padres y personal no docente, para ser mediadores. Algunos pasan a formar parte del equipo de mediación y el resto ya cuenta con las habilidades y las herramientas que ayudarán a mejorar la convivencia en el día a día.

Influencia de la crisis

En lo que va de curso, ha habido cuatro casos de insultos y peleas en el IES Ramiro II, de los que solo uno llegó a la última fase del proceso de mediación. El resto de incidentes se solventó en las reuniones previas y los alumnos "sellaron la paz" al dejar atrás sus diferencias. La situación ideal. Se trata de un número insignificante en un centro con cerca de 300 alumnos, de los que más de la mitad procede de rutas de transporte, y enclavado en una zona afectada por la crisis del carbón, con el ERE de la Hullera Vasco-Leonesa y la reducción de actividad de la central térmica de La Robla. "La crisis ha sido especialmente cruel en este entorno y los chicos se transforman aquí. Todos los días hay conflictos y solo hace falta saber gestionarlos", confiesa el director Jorge de Prada.

Otro de los centros con buenas prácticas de mediación es el Diego Marín Aguilera de Burgos, con 625 alumnos, que acumula siete casos de mediación desde el inicio del curso, centrados en insultos e intentos de pelea. Solo en uno de ellos, el incidente acabó en Jefatura de Estudios. La coordinadora de convivencia del instituto, Isabel Hernando, incide en esta idea al apuntar que han creado una "red de observadores" para prevenir la conflictividad y detectar casos de alumnos aislados o con problemas de adaptación. Una idea que refuerza el director del centro, Javier Ruiz, al comentar que estos estudiantes fundamentales para evitar conflictos o detectar si hay alumnos que sufren acoso porque pueden pasar desapercibidos entre los profesores.

La elección de los mediadores no depende del expediente de los estudiantes porque, principalmente, se buscan personas implicadas en ayudar a otros. Incluso están dispuestos a destinar algunos de sus recreos y tardes para celebrar reuniones "de trabajo", recibir formación o preparar las mediaciones.