El Observatorio económico del Colegio de Economistas de Valladolid (ECOVA) prevé que la economía de Castilla y León crezca el 2,6 por ciento en 2016 y que la industria tenga un mayor peso en la actividad económica.

Según ha explicado el presidente del Colegio de Economistas de Valladolid, Juan Carlos de Margarida, este crecimiento será ligeramente inferior al previsto para el PIB nacional, que augura en un 2,7 por ciento.

El Observatorio económico de Castilla y León, elaborado por el ECOVA, ha fijado el crecimiento del PIB autonómico del 2015 en el 2,7 por ciento, con lo que para el 2016 se aprecia una ligera disminución aunque, a juicio de Margarida, el presente ejercicio continuará con la creación de empleo.

El presidente del ECOVA ha vaticinado para 2016 un repunte de la actividad industrial, después de cumplir un periodo de adaptación que ha servido para incrementar su competitividad, y que "poco a poco" vaya ocupando el lugar del sector servicios, en el que se ha basado en pasados ejercicios la economía de la comunidad autónoma.

Al analizar las perspectivas para 2016, el presidente del Ecova ha advertido de las debilidades de la economía de Castilla y León, algunas derivadas del plano nacional, como la inestabilidad política consecuencia del resultado de las pasadas elecciones generales.

También ha señalado como una debilidad el parón de las reformas y en el ajuste fiscal lo que, según él, puede tener una incidencia negativa en el mercado laboral, ante lo que ha reclamado una contención de la contratación temporal para favorecer la indefinida.

Ha apuntado que la productividad de las empresas en Castilla y León ha dejado de crecer y se estabiliza, una vez que se ha comprobado que los costes laborales se incrementan en relación con la unidad de producción.

Otra de las debilidades de la economía de Castilla y León es el déficit público que, aunque es inferior al de muchas comunidades autónomas, es elevado.

Como fortalezas, el informe del Observatorio económico aprecia en la comunidad autónoma un sistema financiero sólido, después de la reestructuración de las cajas de ahorros, y prevé una aceleración de la demanda interna basada en unos precios más bajos y en un mayor decisión de los consumidores.