Sin duda la acusada que más interrogantes plantea a la opinión pública es la agente de policía municipal Raquel Gago, amiga de Triana -aunque no íntima, según precisó en su declaración, en la que también negó una relación de otro tipo entre ellas-. Su posible papel en la planificación y ejecución del crimen, como plantean fiscal y acusaciones, que piden para ella la misma pena que para las otras dos acusadas (20 años por asesinato y tres por tenencia ilícita de armas) contrasta frontalmente con la tesis que ofrece su abogado. El representante de la agente, que el otro día dijo entre lágrimas que desde lo ocurrido "no tiene vida", sostiene que su presencia en el punto en el que Triana introdujo el arma en su vehículo fue casual y argumenta que padece una "disonancia cognitiva" que le impidió reaccionar después de conocer que su amiga había sido detenida por la muerte de Carrasco, minutos después de estar con ella.

La Policía Nacional, que dejó en libertad a Raquel tras una primera declaración, reconoció ayer por boca de distintos agentes que existían varias casualidades que, posteriormente, y a medida que se iba disponiendo de otros datos como los registros telefónicos, les hacían dudar de que hubiese permanecido totalmente ajena.

Gago no les dijo a sus amigas, también conocidas de Triana, que había tomado un té con madre e hija minutos antes de la muerte de Carrasco; tampoco mostró reacción alguna cuando un compañero le comunicó la detención de su amiga y el compañero con el que patrulló al día siguiente del asesinato y con el que participó en el dispositivo especial establecido en torno a la capilla ardiente de la fallecida, dijo que la vio "normal, ni bloqueada ni preocupada".

La disonancia cognitiva a la que apela la defensa de Raquel es la que le habría impedido asumir lo ocurrido y obrar en consecuencia, es decir, por ejemplo contar que había visto a Triana poco después del suceso o mirar qué había introducido su amiga en su coche cuando se encontraron. Una secuencia de llamadas telefónicas entre ambas a finales de abril también levantan suspicacias, como otra -muy breve- hecha después de la muerte de Carrasco y antes de que Triana dejase en la parte de atrás del vehículo de la agente un bolso grande que contenía otro más pequeño con el revólver.