Los dos inspectores de Policía que se trasladaron desde Burgos a León para colaborar en el esclarecimiento del crimen de la dirigente del PP Isabel Carrasco negaron ayer haber ofrecido un pacto a Montserrat González, autora confesa del asesinato, que exculpara a su hija, Triana Martínez, si colaboraba. Montserrat, además, les dijo que pretendía "hacerse pasar por loca". Estas declaraciones se produjeron a mediodía del 13 de mayo, un día después del crimen.

"Dijo que iba declarar que había sido autora para exculpar a su hija, además, dijo, me voy a fingir loca. Lo único que recuerdo es que dijimos que eso lo tendría que determinar un médico forense".

El jefe de la unidad de delitos graves de Burgos, Alfonso Santocildes, que interrogó junto a un compañero a Montserrat González al día siguiente de su detención, el 13 de mayo de 2014, aseguró ayer durante el juicio con jurado que se sigue en la Audiencia Provincial de León, que en ningún momento fue coaccionada para arrancarle una declaración inculpatoria.

Santocildes y su compañero han rechazado ante el tribunal que juzga el crimen las irregularidades que le achacan las defensas de las tres detenidas, y han asegurado que en ningún momento ofrecieron un trato favorable a Montserrat González y a su hija si decían dónde estaba el arma.

Ambos agentes han coincidido en que trataron de tranquilizar a Montserrat González durante el primer contacto que mantuvieron con ella y han asegurado que confesó voluntariamente que había matado a Isabel Carrasco por la humillación y vejaciones a las que estaba sometiendo a su hija.

Han revelado que Montserrat se mostró inicialmente indignada por el hecho de que su hija estuviera detenida y que hubieran registrado su casa. Los agentes han declarado ante el tribunal que, sobre las 19.00 horas de ese día, se permitió que madre e hija se vieran con el objetivo de que "se dieran un abrazo y se tranquilizasen".

Con ambas detenidas juntas en un despacho de la Comisaría de León, Montserrat González dijo que era inútil que buscasen el revólver con el que había asesinado a Isabel Carrasco en el río Bernesga, como se estaba haciendo, porque lo tenía una tercera persona, según ha explicado Santocildes.

Fue en ese momento, según el relato de este agente, cuando su hija le dijo que ni se le ocurriese decir quién tenía el arma y afirmó "entre dientes" que era policía.

Al respecto, ha remarcado que ese comentario no se lo escucharon a las detenidas cuando pensaban que estaban solas en el despacho, según sostuvieron Montserrat y Triana durante su declaración la pasada semana.

"En ningún momento estuvieron solas en el despacho", ha asegurado Santocildes, que ha explicado, a preguntas del letrado de la defensa de Montserrat González y su hija, que el hecho de permitir que madre e hija se vieran no contraviene ningún protocolo de actuación policial, como sostiene la defensa, que considera que se trata de una actuación "irregular".

Un par de horas después fue cuando se supo que la policía local Raquel Gago había llamado a otro agente para explicarle que había encontrado el arma en su vehículo sin saber cómo había llegado hasta allí, si bien sugirió que debía haberla introducido su amiga Triana Martínez, con quien se había encontrado apenas unos minutos después de cometerse el crimen.

Sobre por qué tanto él como su compañero llegado de Burgos ocultaron en su declaración en el juzgado que habían participado en el registro que se efectuó en la casa de Raquel Gago, han explicado que lo hicieron para "no desprestigiar" el trabajo realizado por su compañeros de León, ya que en el atestado no constaba su presencia.

José Ramón García, el letrado que representa a Montserrat González y a su hija, que se ha mostrado sumamente agresivo en el interrogatorio a los dos agentes, los acusa de engañarlas para conseguir una confesión.