La autora confesa de la muerte a tiros de la que fuera presidenta de la Diputación de León y del PP provincial, Isabel Carrasco, declaró ayer, sin mostrar arrepentimiento, en el interrogatorio que le practicó su abogado defensor, José Ramón García, -único al que quiso responder-y repasó la trayectoria de su hija Triana en lo que atañe a su relación con el PP y con la Diputación. Allí llegó, dijo, contratada como interina y apadrinada según ella por el entonces presidente, Javier García Prieto, y de la mano de un empresario astorgano.

"A mí hija le dijeron que la Carrasco era mala y que iba a tener problemas con ella pero se llevaban bien y los trabajadores de la Diputación le comentaban que era raro", relató. Los problemas entre Triana y la presidenta comenzaron -declaró- dos años después, según su madre, cuando la joven fue al domicilio de la política a arreglarle un ordenador y ella le habría propuesto tener relaciones sexuales. Hasta entonces, aseguró, la víctima llamaban frecuentemente a su hija y a cualquier hora.

Fue a partir de entonces, según la acusada, cuando su hija empezó a tener problemas; no logró la plaza de oposición en la institución provincial que pensaba que iba a ser para ella. Perdió 25 kilogramos en un proceso que "fue una persecución increíble, con un requerimiento de Hacienda, el despido de la Diputación, un problema con una factura que tardó mucho tiempo más de lo habitual en cobrar, un requerimiento de devolución de parte de los salarios percibidos en la Diputación. Le ofrecían trabajos que no le daban cuando ella -Carrasco- se enteraba", declaró.

"Muchos decían que ella estaba detrás de eso, igual que cuando gente de la Junta le dijeron que iban a nombrarla directora general porque querían ayudarla, pero al final nombraron a otra y ella -la presidenta- llamó a amigos para que no tomaran vinos con ella, no salieran con ella. Sabían que si alguien la veía con ella...", dijo antes de romper a llorar.

"Mi hija estaba fatal, sentí miedo por ella. Una amiga suya que estuvo deprimida se tiró al tren y el hijo de un policía se pegó un tiro y otra hija de una compañera de mi marido se tiró por la ventana. No quería que a mi hija le pasara lo mismo", relató entre sollozos.

En 2012, reconoció, y después de que un intento del sector crítico del PP leonés por colocar a Javier García-Prieto al frente del partido, fracasara porque Mariano Rajoy apoyó a Carrasco, decidíó acabar con su vida. "Estaba con ilusión de que saliera García-Prieto y cuando vi que Rajoy no le había dejado decidí que la iba a matar. Es que ella iba a seguir haciéndole la vida imposible a mi hija y decidí matarla", manifestó.

Cuando Triana conoció la intención de su madre le dijo "que no se me ocurriera, que no lo hiciera. Ella desoyó el consejo y en las navidades de ese año se hizo con un arma -el comprador le regaló otra y una navaja- y le enseñó cómo disparar. Aseguró que las escondió en su dormitorio y su hija no sabía dónde estaba. Viendo una película, declaró, pensó en hacerse con un silenciador. Insistió en que Triana permanecía ajena a su plan porque no quería hacerla sufrir más. "Bastante ella estaba... como para meterla en un problema. Era lo que me faltaba", aseguró después de explicar que tampoco participó en las vigilancias que ella hizo al domicilio de la víctima.

"Fue una casualidad". Así se refirió Montserrat a su encuentro con la presidenta del PP la tarde en la que la mató. Habían previsto ir a Carrizo de la Ribera a recoger un vestido que había dejado tendido el fin de semana en la casa del pueblo. En esa localidad es donde se localizaron unas plantas de marihuana. "No es una plantación, eran cuatro plantas. Sólo yo tomaba la marihuana y una amiga me había dicho que era buena para el dolor de espalda", afirmó en respuesta a su abogado.

La acusada manifestó que "ni yo sabía que iba a pasar ese día". "Cuando la veo que va a cruzar el paso de peatones para ir por la pasarela, iba sola y yo llevaba el arma y llamé a Triana para decirle que se fuera para el coche, porque iba a matarla. Ella (Triana) me vio nerviosa y le dije "veo a la Carrasco y se va a cagar"". Su hija le dijo que no hiciera nada, que la esperase a ella pero Montserrat colgó el teléfono.

"Cuando llegué y me iba acercando, venía gente, fui más despacio y luego... yo le di en la espalda y después le di más pero tampoco sé dónde le di", describió con titubeos constantes y frases inconclusas. Después de cometer el asesinato asegura que abandonó el lugar y se deshizo del bolso donde llevaba el arma "porque no lo necesitaba para nada y no tenía más el revólver, una navaja y 50 euros". Se dirigió a las proximidades de la sede sindical donde estaba estacionado el coche de Triana, de la que ella tenía llaves y la joven llegó posteriormente. Una vez que la Policía las localizó a ambas, tras el aviso del policía jubilado que se cruzó con ella en la pasarela, ambas fueron detenidas. "Los policías me leyeron los mensajes de lo que estaba saliendo, de cómo era (Isabel), porque la verdad es que no tiene nombre", dijo.

La acusada reconoció estar "obsesionada" con Isabel Carrasco y a preguntas de su letrado exculpó tanto a su hija como a Raquel Gago. "No ha tenido nada que ver porque fui yo. Ni ella ni mi hija. ¿Cómo iba a meterlas? Coincidió ese día", apuntó antes de asegurar que no está arrepentida de lo que hizo. "Mentiría si digo otra cosa. Si no lo hago, iba a ir al entierro de mi hija como fui a los otros", concluyó. La sesión se reanudará hoy a las nueve de la mañana con los interrogatorios a las otras dos acusadas.