La realizadora alemana Margarethe von Trotta invitó a los espectadores de la 57ª Semana Internacional de Cine de Valladolid a reflexionar sobre las raíces del mal y los hábitos que nos convierten en seres humanos en su homenaje fílmico a la filósofa alemana de ascendencia judía Hannah Arendt. En la película homónima que hoy pudo verse en la Sección Oficial, Von Trotta recupera las controvertidas teorías de Arendt a comienzos de los años 60, cuando publicó su teoría de 'la banalidad del mal' para interpretar la conducta del teniente coronel de las SS Adolf Eichmann, responsable directo del transporte de los deportados a los campos de concentración alemanes durante la Segunda Guerra Mundial.

La filósofa, que emigró de Alemania tras ser encarcelada en 1933 por sus orígenes judíos, fue la enviada especial de 'The New Yorker' en 1961 a Jerusalén para cubrir el proceso judicial a Eichmann. La película describe su vida, pensamiento y acciones antes, durante y después del juicio, ya que los artículos que escribió para el semanario norteamericano acabarían siendo el eje de todo su legado.

La encargada de encarnar a Arendt es la espléndida Barbara Sukowa, en su cuarta colaboración con Von Trotta. Han pasado 31 años desde el primer trabajo conjunto de ambas, que cruzaron sus caminos por primera vez con 'Las hermanas alemanas', una película que se alzó con el León de Oro en el Festival de Venecia y el premio a la Mejor Actriz, y que ese mismo año participó en el festival de Valladolid, donde consiguió una mención especial del jurado.

Las dos volvieron a coincidir en 1986 en 'Rosa Luxemburgo', una de las mejores películas de Von Trotta, que le valió el premio a la Mejor Actriz en el Festival de Cannes a Sukowa por su interpretación de la heroína marxista. Y hasta ahora su última colaboración había tenido lugar hace tres años en el film 'Visión', donde encarnó a otra mujer de bandera: Santa Hildegarda de Bingen.

En esta ocasión, Sukowa se mete en la piel de Hannah Arendt, otra fémina fuerte y valiente a la que da vida con una autenticidad pasmosa, cuidando cada detalle al máximo y recreando con un acento imposible su particular sarcasmo, su punzante inteligencia y la adicción a la nicotina de la pensadora.

Frente a sus fantasmas

La película arranca con Arendt asentada en Estados Unidos tras años de éxodo continuo. Allí es profesora en el Brooklyn College de Nueva York, y recibe junto a su marido como un jarro de agua fría la detención en Buenos Aires de Eichmann, el responsable de la logística del Holocausto, que había sido secuestrado en una operación encubierta del Mosad y sería juzgado en Israel.

Contradiciendo la opinión de su esposo, Arendt decide enfrentarse a sus fantasmas y viajar hasta Jerusalén para informar sobre el juicio ("nunca me lo perdonaría si no lo hiciera", señala). La película recupera las imágenes de archivo del auténtico proceso, para mostrar al criminal nazi y subrayar la deshumanización de un hombre que rechazó ser antisemita y que en todo momento se manifestaba con un lenguaje burocrático, confesando que él era un nimio funcionario que "sólo ejecutaba órdenes". Aquel comportamiento horrorizó a la propia Arendt, que puso sobre la mesa un debate incómodo en el que planteaba que la capacidad del pensamiento es una de las características que nos alejan de la maldad absoluta, y que llegó a cuestionar la responsabilidad de los líderes judíos en el proceso que desencadenó el Holocausto.

En su momento hubo quienes interpretaron sus palabras como una defensa de Eichmann, y la llegaron de acusar de antisemita, pero hasta su fallecimiento en 1975 Arendt siguió defendiendo sus tesis y profundizando en la base teórica que sustentaba su libro 'Un estudio sobre la banalidad del mal', escrito a partir de su artículo para 'The New Yorker'.

La película aborda de soslayo su relación con la novelista Mary McCarthy, con el pensador Hans Jonas y con su maestro, Martin Heidegger, y dedica algo más de atención a su relación de amor-odio con el director y portavoz del movimiento sionista alemán, Kurt Blumenfeld. Por encima de sus posibles virtudes cinematográficas, el film invita a la reflexión sobre la naturaleza del mal: "Lo que es nuevo en el caso Eichmann es que hay tantos como él... Es un ser humano terroríficamente normal", desliza a mitad del metraje la protagonista.