Lo que se pudo ver y escuchar el pasado jueves sobre el escenario de nuestro querido coliseo, poco o nada tuvo que ver con el flamenco. Vamos, que cualquier parecido con la realidad de este hermoso arte fue pura ficción. Y digo poco o nada por tener en cuenta a los dos personajes interactuantes. Ella, Rosalía, aunque poco, poco, algo apuntó. Su inteligente manejo de los melismas, muy bien ajustados a los esbozos de algunos palos del flamenco, permite que sus interpretaciones puedan encuadrarse dentro de este género musical. A fin de cuentas los melismas es una de las señas de identidad de este complejo arte. Sin embargo él, Räul Refree, nada de nada. Es más sus estridencias y aporreos sobre el noble instrumento molestaban, estando su manejo de la bajañí en las antípodas del toque flamenco. Pero así se tienen montado el tinglado, -tal para cual- y les va de maravilla, con cachés por las nubes y colgando el cartel de “no hay entradas” allí por donde pasan. Zamora no ha sido menos, quedando mucho público fuera por falta de aforo. Y eso tiene un enorme mérito. Mucho más, sí añado, que una buena parte de la concurrencia era público joven, en torno a la adolescencia tardía y madurez temprana, que como había escrito en la previa, asistir a este concierto los podía poner en contacto con el flamenco –pseudoflamenco, en este caso- arte que sin ningún género de dudas es imprescindible conocer. Otra cuestión es aficionarse a él o no.

Abren por lo que parecían ser alegrías; canción; aproximación distorsionada de la malagueña grande del Mellizo; Rosalía deja la base del micro y esboza tientos; algo parecido a fandangos; canción; aproximadamente taranta; guajira, posiblemente lo mejor y más digno de todo el concierto; milonga. “La hija de Juan Simón” de Nemesio M. Sobrevilla, interpretada en primera versión por Angelillo en la película del mismo nombre de 1935. Finalmente, vuelta a poco más o menos fandangos. Clamoroso y prolongado aplauso con público de pie, lo que hizo que los artistas volvieran a salir a escena para despedirse definitivamente con el fandango de Paco Isidro “Cuando me voy, no me voy”, interpretado, como todo lo demás, a su manera.

Próximo y último jueves, se retoma la senda del flamenco con mayúsculas de la mano de Antonio Reyes y María Terremoto al cante y, Diego Amaya y Nono Jero, al toque. Ciertamente, un broche de muchos quilates para clausurar este magnífico Ciclo con amplia representación jerezana.

¡Nos vemos!