Tanto Rosalía Vila, cantaora y cantante, como Raül Refee, músico, compositor, productor y en este caso guitarrista, son flamencos atípicos. Fuera del guion. Son tan atípicos que ambos son de Barcelona –Roaslía, de San Esteban de Sasroviras, del área metropolitana de la capital- y, que yo sepa, sin ningún vínculo familiar con el flamenco. Por eso este jueves nada tiene que ver con el resto de la programación. Absolutamente nada, pero el aforo del teatro está casi vendido en su totalidad, y este hecho no es cuestión baladí.

Rosalía, nacida en 1993, es una artista que llevaba varios años buscándose la vida y curtiéndose en escenarios de medio pelo hasta topar con el sobrio tocaor Alfredo Lagos y actuar en dos de las citas más importantes del flamenco patrio, El Festival de Jerez y la Bienal de Sevilla. Esto ocurrió hace dos años. A estos hechos hay que añadir cierto cobijo proporcionado por Miguel Poveda y su habitual guitarrista Chicuelo. Hay que añadir que cursa Estudios Superiores de música y conoce el manejo de varios instrumentos. Como ella misma dice: “Me he formado desde muy joven en música moderna, técnica lírica y cante flamenco”.

Sin embargo, la gran eclosión de la catalana se produce a raíz de su encuentro con el polifacético Raül Fernández Miró, artísticamente Raül Refree y la grabación de un disco aparecido hace un año con el título Los Ángeles, cuya temática principal es la muerte, cantada a través de diversos palos, muy personalizados e interpretados a sus maneras. Su voz, extremadamente laína, es buena y se mueve muy bien en el manejo de los melismas. Por eso dicen que canta como los antiguos, pero los de la Ópera Flamenca, hegemonizada, muerto Chacón, por Pepe Marchena.

En definitiva, estos dos artistas llenan todos aquellos espacios en los que actúan -recientemente el Price de Madrid- resultando un evidente fenómeno de masas. Es decir, que su juventud y heterodoxia están atrayendo a un público joven, desconocedor del universal arte, y que a través de estos conciertos, pueden acercarse en masa para conocerlo. Tiempo tendrán, a los que les interese, poder ir más allá.

Todo ello hace atractiva esta atípica, y seguramente necesaria velada, dentro de la programación del ya clásico y completo Ciclo.