Cinco meses después del 20D ha arrancado la recta final de esta carrera de desgaste que ha supuesto la frustrada XI Legislatura. Y lo ha hecho, como no podía ser de otra forma, bajo el poderoso influjo de los augures del CIS y su ya habitual encuesta preelectoral. Es de esperar que los cocineros hayan aprendido de los errores de la anterior entrega y hayan sido capaces de afinar algo más las expectativas reales de Podemos y Ciudadanos, después del estrepitoso fracaso de diciembre. En todo caso, los datos hechos públicos el jueves vienen a coincidir con los de los diferentes sondeos conocidos a lo largo de los últimos días en los dos principales rasgos: la victoria del PP „que nadie ha puesto nunca en duda„ y el sorpasso de Unidos Podemos al PSOE, que quedaría relegado al tercer puesto tanto en votos como en escaños. Una expectativa, sin lugar a dudas, dramática para las huestes de Pedro Sánchez. Pero no solo para ellas. El mapa político que se dibuja vuelve a dar como alternativas la coalición de izquierdas „pero invirtiendo la prelación de los protagonistas„, la gran coalición o dejar gobernar al PP. Cualquiera de esas opciones implicaría saltarse las líneas rojas que nos han traído hasta aquí.