Sitrama de Tera entronizó al Bendito Cristo de la Vera Cruz en el altar de la ermita. En su sede, la que se alza a la vera del camino jacobeo.

Lo hacía al atardecer de este sábado 5 de mayo, porque la fiesta de la cofradía, el 8 de mayo, se traslada para el fin de semana aprovechando una mayor presencia de devotos residentes fuera, explicó ayer el juez de la cofradía, Miguel Esteban. En la iglesia, dedicada a San Miguel Arcángel, ha permanecido la venerada imagen para recibir el culto del novenario entre sus devotos, en el pueblo.

Este es el denominador común en la mayoría de las localidades donde los festejos coinciden en el almanaque en una jornada de diario que no sea en la época estival. Menor población y cada vez con edad más avanzada. Eso se traduce también, en los últimos años, en el hecho de que las imágenes sean desfiladas en andas. A la imagen del Crucificado de Sitrama de Tera, del Bendito Cristo de la Vera Cruz, el venerado en la ermita, también le ha tocado la moda.

La fiesta del Bendito Cristo revestía, sin embargo, la solemnidad habitual. Una misa solemne en la que los tres nuevos cargos de la cofradía ocupaban su lugar en el presbiterio junto al párroco, Pedro Centeno. El del juez, el depositario o tesorero, y el alumbrario. Oficio este último encargado de acudir a diario, todos los mediodías del año, a encender las velas en la ermita y de su mantenimiento.

En la misa se cantaba el ramo por un grupo de féminas ataviadas con ricos trajes tradicionales. Un ramo de roscas portado por el vecino, José Antonio Pérez Ganado. Y el grupo recibía la bendición del sacerdote porque lo habían dicho bien, lo habían cantado bien.

Al finalizar la Eucaristía se procesionaba la imagen del Cristo de la Vera Cruz hasta la ermita, acompañado por la imagen de la Virgen del Rosario y los cánticos de los devotos. Mientras tanto, no cesaba el repique de campanas pregonando a los cuatro vientos que el Bendito Cristo de la Vera Cruz se encontraba en la calle.