La Comisión Europea respondió a Francisca Mateos Nistal el 4 de mayo de 2001, a través de un alto funcionario de la Dirección General de Energía y Transportes, Roberto Salvarami, que lo hace encargado por la propia vicepresidenta, la española Loyola de Palacio, ya fallecida.

"En primer lugar, deseo recordarle que el horario de verano se introdujo y se armonizó a escala comunitaria a petición de varios países europeos a finales de los años setenta, con objeto de facilitar los transportes y las comunicaciones. En efecto, los distintos Estados que aplicaban el sistema cambiaban la hora en fechas y horas diferentes, lo que acarreaba graves complicaciones y costes suplementarios a los sectores de transporte por carretera, ferroviario y aéreo. Con la adopción de la Directiva se aplica un calendario único.

Dicho esto y reconociendo la existencia de ciertos efectos negativos, como la dificultad para conciliar el sueño por la noche y para despertarse por la mañana, los estudios realizados indican que estas molestias no afectaban a toda la población y que variaban de unos individuos a otros.

Por último, se ha podido constatar la completa reversibilidad de los inconvenientes sufridos en un plazo relativamente corto. Por otro lado, los mismos estudios demuestran que los jóvenes y las personas mayores aprecian la hora de luz suplementaria que se ofrece al final del día gracias al horario de verano que les permite salir más tiempo y volver a casa en pleno día con una mayor sensación de seguridad. Además, el horario de verano favorece así mismo la práctica de deportes, cuyos efectos son muy beneficiosos para la salud.

Y por último, en lo que concierne al tiempo libre, las encuestas efectuadas en los diferentes Estados miembros demostraron que el horario de verano era beneficioso para el sector del turismo, de la hostelería y de la restauración, en la medida en que la gente se quedaba más tiempo en la terraza de las cafeterías al final del día, después de los paseos y visitas realizados gracias al horario de verano".