El mejor consejero es la necesidad" (Goethe). Podremos o no estar de acuerdo con esta frase del maestro de romanticismo alemán, pero tendríamos que matizar a qué clase de necesidad se refiere.

Si hacemos de la necesidad un acto que nos empuja a tomar decisiones antes de valorarlas, sin detenernos a pensar si es justo o injusto, si es moralmente ético o si dañamos a otros en nuestro propio beneficio, entonces, mala consejera es.

Alguien, en plan de chanza, me corrigió la locución latina: "cogito ergo sum", (pienso, luego existo), por el: pienso luego estorbo.

Bien mirado tiene toda la razón. El ser humano cuando piensa puede, incluso, provocar una revolución y no solo espiritual.

Huxley, al diseñar su Mundo feliz, y poner las bases para ese mundo nuevo, pensó que la primera condición tendría que ser la supresión de toda religión y toda filosofía, porque ambas eran capaces de enfrentar a los hombres entre sí. Lo dicho, no pensar para no estorbar al otro.

Nos presenta una sociedad altamente tecnológica que utiliza todos los medios posibles para condicionar y controlar a la masa a fin de conseguir la estabilidad social.

Pero la Naturaleza nos dotó con la capacidad del raciocinio que es la que nos diferencia del resto de los animales, entonces? Pues, entonces, la mejor solución, según el autor, sería crear un dios humano que fuera capaz de aglutinar a su alrededor toda creencia o que está fuera una creencia universal y única. Algo parecido al súper hombre nietzscheriano, aquel que ha superado la moral impuesta por la religión, renunciando a la metafísica y volviendo a la naturaleza. En otras palabras, la naturaleza reemplaza a Dios.

Todo esto traería consigo que habría que reinventar un idioma único también. Pero la dificultad mayor estribaba en que los habitantes de ese mundo nuevo, deberían ser creados genéticamente pensando en la labor futura que deberían desarrollar. Inevitablemente se tendría que abolir el matrimonio, ya que no sería necesaria la procreación porque ésta se suplantaría por la fecundación artificial. Cosa ésta que ya se está experimentando.

Hay que tener en cuenta que este libro se escribió tras la Segunda Guerra Mundial, una tragedia que había hecho desaparecer al cincuenta por ciento de la población.

Tal catástrofe, le hizo pensar que era necesario un cambio en la sociedad y remplazarla por otra que aportara nuevos valores éticos, una sociedad completamente planificada.

Ya en 1984 George Orwell nos dice que las clases dominantes han entendido que se consigue más con el placer que con el miedo.

Nos gusta ir de compras, nos atrae la publicidad, nos entusiasman las distracciones. Son estos los nuevos placeres que nos ofrece la vida y que no dudamos en abrazar convirtiéndonos en consumidores, en meros espectadores, tal vez haciendo que olvidemos los propios problemas y las propias miserias.

Nos hemos vuelto más permisivos creyendo que es el fundamento de toda libertad. Pero somos observados, controlados, dirigidos. El móvil, el whatsapp, son el gran hermano que todo lo ve, que todo lo revisa y lo examina. Ya no es la religión el opio del pueblo, a ésta la hemos suplantado por Sálvame, y los demás reality show.

Relajamos nuestra capacidad de pensar, nos alojamos en ese confort televisivo y esperamos que alguien nos hable de la panacea de un mundo feliz en el que, por el mero hecho de nacer en este país, cotices o no, sin esfuerzos, sin trabajo, tienes derecho a un subsidio bien remunerado.

Que hay que abolir lo anterior. Nada vale, e incluso, molestan los colores de las banderas, los himnos nacionales o la forma de gobierno.

Crear una comunidad pacifica, propiedad común de los bienes, eliminación de la propiedad privada. Es decir, la isla utópica donde la jornada laboral sería de seis horas, y las restantes se dedicarían, ocho al sueño, dejando los ratos libres para llevar a cabo lo que a uno le apeteciera.

No pagaríamos impuestos, esta carga la soportarían solo los llamados ricos, los cuales, serían tan tontos que seguirían habitando la isla sin más.

Como utopía que es no está mal, pero volvemos al principio que es innegable, el hombre piensa y al pensar, se da cuenta de que existe. ¿Y qué es la existencia? La que plantea Matrix: los seres humanos han sido esclavizados por las inteligencias creadas y por las propias máquinas. No sabemos si estamos vivos o simplemente conectados a una inteligencia superior que nos domina.

Sea una cosa o la contraria, todavía poseemos la capacidad de sentir, de llorar o de reír. De ilusionarnos y albergar esperanzas y mientras esto ocurra, el mundo seguirá siendo un mundo con sus fallos y sus aciertos, con sus errores, sus desigualdades, pero siempre, dominado por la capacidad de entendernos.