El edificio de la iglesia de La Torre del Valle, el dedicado a la Virgen de la Asunción o antiguamente como Nuestra Señora del Alba de la Asunción, pasará a manos del pueblo de La Torre del Valle.

El estado ruinoso del inmueble ante la inviabilidad de permanencia de sus paramentos y los deseos de que perdure una seña de identidad de la historia de esta localidad, hace que ambas partes, tanto el Obispado de Astorga como el Ayuntamiento de La Torre, suscriban un acuerdo de cesión condicionado a la persistencia de la espadaña, como símbolo de la presencia eclesial y de la propia historia.

Tanto el Obispado de Astorga, propietario del inmueble, como el Ayuntamiento de la Torre vienen formalizando el contrato de cesión de este edificio que se halla en un estado ruinoso, desde hace ahora 12 años, en el 2006, cuando se cerraba al culto pasando a celebrar los oficios religiosos en la ermita del Bendito Cristo de la Vera Cruz, al otro extremo del pueblo y en las inmediaciones del camino de Paladinos del Valle, en plena vía jacobea. No obstante, desde entonces se han venido manteniendo contactos entre el Consistorio y el Obispado pretendiendo su reparación.

Sucesivos proyectos técnicos y reuniones que dieron lugar a una intervención de obra con la reposición de la cubierta en el año 2009, pero los paramentos sufrían ya un grave deterioro. Y ello se hizo notar a partir de entonces con sucesivos derrumbes como ha venido dando cuenta este periódico.

El edificio religioso dedicado a Nuestra Señora del Alba de la Asunción que fuera construido a finales del siglo XVII y principios del XVIII sobre un altozano del actual casco urbano de La Torre del Valle, en las inmediaciones de la ahora carretera N-VI, presenta la espadaña más elevada de la zona. Las últimas intervenciones de obras realizadas en el edificio han consistido en la reposición de la cubierta de la nave central y la de cabecera. Unas actuaciones acometidas en el verano del año 2009 cuando ya se encontraba el templo cerrado al culto, desde el año 2006. Fue en la madrugada del viernes 3 de enero del año 2014 cuando se derribaba el muro central del presbiterio peligrando además la cubierta de la nave cuadrangular de cabecera. Este derrumbe dejaba al descubierto, como mirando atónitas al cielo para el que no fueron pintadas, las pinturas de querubines. Sus representaciones iconográficas sobre el muro del altar mayor, a base de un cuadro tetramorfo donde mueven el Trono de Dios, querían asomarse al exterior, al limpio cielo. Junto a las figuras angélicas, el evangelista San Lucas como heraldo de un más que anhelado deseo de reconstrucción que ahora ya no se hará efectiva.

Ya unos años antes y posteriormente, y con peligro de los operarios, se decidían trasladar algunos de los elementos ornamentales y piezas artísticas del conjunto del templo. Desde la iglesia parroquial, ya en ruinas, hasta la ermita del Bendito Cristo de la Vera Cruz. En una buena parte de las piezas histórico y artísticas, se llevó a cabo, tras un minucioso estudio, su restauración.

Piezas y tallas, como imágenes o partes de un retablo barroco del año 1730, así como de otros neoclásicos fechados entre 1840 y 1850. Ni que decir tiene, era trasladado el cuadro de la patrona o el conjunto escultórico de la Trinidad. Esto, que se pudo recuperar y se trasladaba hasta la ermita. Sin embargo, algunas piezas y partes del maderamen artístico como mesas de altar no tuvieron tanta suerte, ya que los derrumbes provocaron caídas de cascotes sobre una buena parte de ellas.

Tras la cesión del edificio de la iglesia, el Ayuntamiento pretende la consolidación de los elementos pétreos de esta esbelta espadaña de tres vanos, en dos de ellos permanecen sendas campanas, así como se estudia poder reaprovechar alguno de los muros como el del acceso, en su fachada sur, para construir un recinto con fines culturales y sociales. Pero eso es otra historia.