Para conseguir que Benavente y su comarca crezcan es necesario inicialmente, que las políticas encaminadas a fomentar el desarrollo económico de las regiones, por parte del Estado y de la Junta de Castilla y León nos tengan en cuenta, contemplando las particularidades de nuestra ciudad y el entorno rural en el que se asienta.

La cruda realidad nos muestra que tanto la Administración estatal como la autonómica hace mucho tiempo que se han olvidado de nosotros. Interrumpieron la comunicación natural Norte-Sur de personas y mercancías hace más de treinta años con la desaparición del tren y no han hecho nada para restituirla; después de 25 años desde que se iniciara el proyecto de unir Gijón con Sevilla por autovía, casualmente el último tramo que se completó en 2015 fue entre Benavente y Zamora y el mantenimiento por parte del Ministerio de Fomento de las autovías a León o a Galicia, en nuestra comarca, tiene mucho que mejorar.

Hemos visto cómo el tejido industrial que disponía Benavente y comarca ha ido desapareciendo y que la Junta de Castilla y León no mueve un dedo por mejorar la situación, incluso pone trabas a la iniciativa privada y no atiende las demandas de los ciudadanos en cuanto a los servicios relacionados con la sanidad que son, entre otros, esenciales para fijar población.

El CTB y los polígonos industriales I y II, este último sin completar, son el mayor logro económico significativo que hemos tenido en la ciudad en 25 años. Se iniciaron gracias a que los políticos municipales de la época, supieron aprovechar la nefasta estrategia de la Junta de sembrar sin criterio de polígonos y centros logísticos la comunidad autónoma, y así disponer de una infraestructura vital para el desarrollo de la ciudad.

Se creó una necesaria y gran infraestructura pero que no coincide con las preferencias de la Junta de Castilla y León, ya que no la ha incluido en las grandes redes logísticas nacionales y europeas del transporte de mercancías, dejándonos una vez más fuera de las corrientes económicas más influyentes.

Si queremos que esta situación revierta en favor de un desarrollo económico adecuado para Benavente y comarca, es necesario contar con un gobierno local fuerte, reivindicativo e imaginativo, que sea capaz de hacer proyectos realistas defendibles por ellos y por sus representantes en Valladolid y Madrid.

Esto sólo sería posible si el Gobierno y la Oposición municipal trabajaran al unísono, aparcando las rencillas partidistas que frenan el progreso de la ciudad y disfrazan con discusiones triviales, la poca capacidad de unos y otros para ofrecer soluciones prácticas a los problemas de los ciudadanos.

Es cierto que llevamos muchos años de inactividad productiva municipal, pero eso no justifica que en dos años y medio de legislatura los benaventanos no veamos avances en los que prometieron una nueva forma de hacer política. Crearon la Concejalía de Promoción de la Actividad Económica y del Empleo, se firmó el 13 de noviembre de 2015 el acuerdo para la constitución de la Mesa del Diálogo Social de Benavente, con representación de los empresarios y de los trabajadores, se acondicionaron locales para el mal llamado "vivero de empresas" que no ha empezado a desarrollarse y en octubre de 2015 Luciano Huerga pretendió, desconozco si lo consiguió, poner en marcha "un Consejo Comarcal, compuesto por los alcaldes de los municipios del Área Funcional Estable, a fin de buscar y consensuar soluciones socioeconómicas para el desarrollo, crecimiento y reindustrialización de Benavente y Comarca".

Todas estas acciones muy aplaudidas en su momento, no han cumplido con las expectativas anunciadas, bien porque no han sido capaces de ponerlas en práctica o quizá porque no han sabido dirigirlas convenientemente, lo que se traduce en frustración para quienes confiaron en ellos y para los que teníamos la esperanza que sirvieran de revulsivo a la inoperante actividad municipal.

El Equipo de Gobierno en el tiempo que le queda, va a tener que hacer un esfuerzo importante para ponerse al día en cuanto a la consecución de sus promesas electorales. No vale dejar para última hora los proyectos más llamativos con el objeto de salvar los muebles. Los ciudadanos lo saben y no perdonan a quienes tratan de engañarlos, para conseguir un puñado de votos.

Quizá, el problema resida en que a la hora de plantear proyectos para conseguir inversiones que activen la economía de la zona, el Equipo de Gobierno se encuentre debilitado y por lo tanto resulte poco creíble. Quizá, sea debido a la heterogeneidad de sus miembros, en el que se mezclan los lógicos intereses partidistas, los concejales cualificados con bisoños a los que se les ha dado responsabilidades muy importantes y con los egocéntricos que solo buscan en sus actuaciones la simpleza de la notoriedad sin más.