El prelado de la Diócesis de Astorga, monseñor Juan Antonio Menéndez, no ha querido dejar lugar a dudas en el transcurso de la entrevista. Su posición es firme en cuanto a los abusos sexuales sufridos por menores y de los que ha sido protagonista la iglesia astorgana con el caso del sacerdote Ramos Gordón en el seminario de La Bañeza, como destapó este diario. Monseñor Juan Antonio Menéndez aduce que estos casos nunca debieron haber ocurrido, calificándolos como "execrables" y condenados por la Iglesia, sobre todo con el Papa Francisco.

-¿En qué situación se encuentra actualmente el sacerdote Ramos Gordón cuando ha transcurrido ya más de un año desde que fuera apartado como párroco?

-El caso del sacerdote Ramos Gordón ha sido juzgado y se le ha impuesto una pena que ya ha cumplido. Este caso ya ha prescrito. En estos momentos ha pasado a la situación de jubilado al servicio en la Casa Sacerdotal de los sacerdotes mayores, ya que es el más joven de los que allí residen.

-Usted habló de una condena "firme y definitiva", pero hay noticias en el sentido de que el caso sigue abierto. ¿Cuál es la realidad?

-La causa del sacerdote Ramos Gordón en el Seminario de La Bañeza está ya juzgada, está cerrada y ha pasado a ser res iudicata, causa juzgada y cerrada.

-¿Mantiene que la condena de un año al sacerdote que admitió los abusos sexuales es justa y proporcionada a la gravedad de los hechos, como usted dijo textualmente?

-Evidentemente eso es lo que ha sido la sentencia y es lo que han determinado las personas que han llevado a cabo toda la investigación. Yo esto lo encontré prácticamente hecho y la Santa Sede examinó toda la documentación y el decreto final en el que se condenaba a un mes de ejercicios espirituales, el apartamiento de las parroquias y del uso de cualquier oficio eclesiástico, así como estar al servicio de los sacerdotes mayores en la Casa Sacerdotal durante un año. Pero el me pidió la jubilación dada la sentencia y yo acepté y él ha pasado a la situación de jubilado sin desempeñar ningún cargo pastoral. Repito una vez más que estos casos no debieran haber ocurrido, son casos execrables y la iglesia los está condenando.

-Tras saltar el escándalo, al menos que se sepa públicamente otros dos ex alumnos (uno de Ramos Gordón en el colegio Juan XXIII de Puebla de Sanabria) otro de un sacerdote distinto durante la etapa en el seminario de La Bañeza, presentaron denuncias en el Obispado sobre presuntos abusos sexuales, ¿en que situación se encuentran ambos procesos?

-A raíz de la publicación en su periódico (La Opinión-El Correo de Zamora) estamos siguiendo los protocolos que manda la Santa Sede y en primer lugar se ha hecho una investigación amplia de todas las situaciones. La Santa Sede dirá sobre estos otros dos casos en investigación, tanto en el colegio Juan XXIII de Puebla de Sanabria, en el que está encausado también Ramos Gordón, como en el de La Bañeza con otro sacerdote. Se está llevando todo el protocolo de la Santa Sede y es ella la que tiene la competencia a través de la Congregación para la Doctrina de la Fe, nosotros los obispos somos meros instrumentos en esta cuestión. Todo ello está en secreto pontificio y no puedo revelar más.

-La víctima en el caso Ramos Gordón en La Bañeza reclama una reparación económica igual que ha ocurrido en otras partes del mundo...

-Efectivamente él ha pedido un resarcimiento económico aunque fuera del proceso, pero el caso está cerrado. Durante el proceso no ha pedido nada y, por tanto, yo no puedo hacer ese resarcimiento sin que hubiera una sentencia canónica o civil, ya que sería malversación de fondos, pero el caso está prescrito. Por otra parte, reitero que nuestra actitud es clara de combatir esta cuestión porque se debe proteger a los menores de todo daño. Hemos tratado estos casos con toda rigurosidad conforme a la ley eclesiástica y a los protocolos de la Santa Sede. Estamos comprometidos en la defensa y protección de los menores y por eso se han adoptado una serie de medidas.

-¿En qué se traduce esa serie de medidas?

-La diócesis ha emprendido una serie de acciones para sensibilizar en esta cuestión a los sacerdotes y seglares. Hemos tenido la presencia en Astorga de un perito de Roma, el padre Cencini, que nos ha impartido unas charlas bajo el tema: "¿Ha cambiado algo en la iglesia después de los escándalos de abusos sexuales?", al mismo tiempo, se ha editado un protocolo para sacerdotes, catequistas y todos aquellos que en la iglesia de Astorga trabajan con menores para que sepan cómo prevenir y actuar en el caso de que haya abusos por parte incluso de otras personas. Por otra parte, también a todos los que trabajen con menores les exigimos como marca la Ley un certificado de penales. Creo que está clara la idea de combatir esta cuestión de proteger a los menores de todo daño.

-¿Ha vuelto a mantener contactos con los antiguos alumnos que se manifestaron tras la reunión con ellos el pasado 28 de febrero?

-Desde entonces, no. Había recibido a comisiones de alumnos de Puebla y La Bañeza, pero desde esa fecha no se han dirigido aquí.

-Monseñor Juan Antonio Menéndez es el presidente de la Comisión Episcopal de Migraciones de la Conferencia Episcopal Española. Tras el éxodo masivo de refugiados de Siria en 2015 los ofrecimientos a la acogida de refugiados eran inmensos, ¿se ha traducido algo en la diócesis?

-La acogida, eso era puro sentimentalismo porque cuando se llega a la realidad es que un refugiado no puede entrar en un país de cualquier forma y el Gobierno ha determinado que unas ongs. tengan la responsabilidad de la selección junto con el Ministerio del Interior para los que entren en España. En este momento se ha admitido sólo a 1.500 de los 17.000 que se había comprometido hasta 26 de septiembre de este año. Lo que ha hecho la UE es devolverlos a Turquía y dar al Gobierno turco dinero para tenerlos allí. Esa no ha sido la mejor solución. Esta cuestión hay que hacerla pisando tierra. La diócesis tiene en Barco de Valdeorras una casa a disposición de los refugiados y en Ponferrada se atiende desde Cáritas a distintas personas que se hallan en esta categoría. Tanto Cruz Roja y las ongs. no nos han pedido nada en este sentido. Por otra parte, ya que en la diócesis hay una gran presencia de inmigrantes, por eso he indicado que se organizase una delegación de migraciones. El gran reto de los inmigrantes es la integración y si no se atiende a eso se pueden crear brotes de guetos y demás.

-El señor obispo está realizando una visita pastoral a la zona de Zamora, concretamente al arciprestazgo Los Valles-Tábara, ¿es un reto para uno mismo?

-Estoy haciendo tres parroquias diarias los fines de semana. A mi es lo que más me gusta y creo que es el mejor instrumento para gobernar la diócesis. Estoy teniendo encuentros y recogiendo sugerencias, un dialogo entre el obispo y la comunidad y estoy contentísimo por la cercanía y acogimiento excepcional. Donde puedo voy a ver a los enfermos porque entiendo que son el tesoro de la iglesia. Primero la hice a Ponferrada porque es una zona más poblada y ahora la vengo haciendo en Los Valles-Tábara que lleva 16 años sin tener una visita pastoral del obispo. En este arciprestazgo sólo viven 16.500 personas distribuidas en 89 parroquias con sus correspondientes iglesias, ermitas, cementerios. El sostenimiento de templos es un reto, aunque bien es verdad que la mayoría de ellos están bien cuidados. Pero suelo decir que primero hay que rehabilitar la fe porque es verdad que hay despoblación pero es que hay descristianización, sobre todo en la franja entre los 20 a los 50 años. Un reto para afrontar la descristianización ha sido la elaboración de un Plan Pastoral. Tendremos que reorganizar la diócesis tras el fomento de la pastoral vocacional, se ha hecho ya algo en este sentido con los Centros de Atención Pastoral, los CAP, pero hay que profundizar en ello. Se trataría de crear una estructura de gran parroquia, sin quitar las actuales, pero saber en qué parroquia tenemos los servicios religiosos.

-El próximo 19 de diciembre se cumplen dos años de su toma de posesión como obispo de la diócesis, ¿qué valoración hace?

-La colaboración que he encontrado es inmensa. He visitado a los curas, después hice la reforma de la curia y nombré un Consejo Episcopal, con menos miembros. Hemos hecho un plan pastoral y una actuación por la que tengo especial cariño, la apertura del santuario de Fátima en Astorga para la adoración eucarística y he traído una comunidad de religiosas para atender una casa de misericordia. Aparte de los múltiples funerales que ya he enterrado a 27 curas en estos dos años y sólo he ordenado a 2 sacerdotes y 1 diácono y han entrado 2 seminaristas de los 5 con que contamos.