La política benaventana está tomando unos tintes esperpénticos y antidemocráticos muy preocupantes. Las malas formas, los descalificativos, las acusaciones, las agresiones verbales entre muchos de los actores de la vida pública benaventana, se están convirtiendo en una costumbre peligrosa que hace que los ciudadanos se alejen aún más de sus representantes públicos y de la institución a la que representan.

El bochornoso espectáculo protagonizado por el alcalde y un trabajador municipal en el que a través de una grabación, desconozco si legal o ilegal, se oye al máximo representante de la ciudad de Benavente, fuera de sí, amenazar con despedir a todo aquel trabajador que incumpla unas determinadas condiciones laborales, que supuestamente no están contempladas en el contrato firmado, en un tono despótico, con un lenguaje lleno de tacos y sumamente agresivo, es deleznable y carente de justificación.

La regularización de los puestos de trabajo del personal que presta sus servicios en el Ayuntamiento de Benavente, y concretamente los del parque de bomberos para conseguir una plantilla estable y adecuada a las condiciones de la ciudad, es una necesidad que debía haberse resuelto hace mucho tiempo.

Me parece muy loable que el actual equipo de Gobierno emprendiese esa tarea, pero hasta la fecha el resultado ha sido muy pobre. Despidos improcedentes con sus correspondientes indemnizaciones, que parece ser al Sr. Alcalde, según lo que dice en la grabación, no le preocupan; malestar entre el personal, por hacer más o menos horas, y lo más preocupante es el menosprecio hacia los trabajadores que manifiestan en la grabación y en posteriores declaraciones, tanto el Alcalde como el responsable del personal.

Es cierto que abordar la regularización de una plantilla que se ha ido incrementando conforme a las necesidades del equipo de Gobierno de turno, sin un criterio claro de estabilidad y de las necesidades de la ciudad conlleva tomar decisiones difíciles. Decisiones que en algunos casos pueden ser dolorosas pero necesarias y eso hay que explicarlo.

Por lo que ha trascendido a la opinión pública, respecto a las denuncias de los trabajadores afectados, a las sentencias judiciales, a las indemnizaciones y a las críticas de la oposición, entiendo que las actuaciones realizadas por parte de la Concejalía de Personal han sido poco meditadas, han adolecido de la pedagogía adecuada y ha sobrado mucha testosterona

Es poco serio que el Concejal de Personal se justifique porque su objetivo es "acabar con la podredumbre que supone el tener una plantilla de trabajadores donde la mayoría de ellos han entrado en la administración pública sin seguir los principios de igualdad, mérito y capacidad". Esto es insultar a todo un colectivo que ha cumplido con profesionalidad las tareas encomendadas, y es grave que el responsable de personal no sepa discernir entre la capacidad profesional, la responsabilidad del trabajador y el buen hacer con una mala praxis administrativa. Debería ser más cauto con sus expresiones.

El circo montado por la difusión de la grabación, legal o ilegal, deja al descubierto la bravuconería y prepotencia de un equipo de Gobierno que da la sensación de actuar por impulsos y no por criterios planificados. La retórica de justificarse acusando a los contrarios de caciquismos o de enchufismo son las excusas del mal pagador, descalifica a quien las dice y no aportan más que discusiones agrias y vacías que no conducen a nada.

Las "disculpas sinceras", que ha transmitido el Alcalde a la ciudadanía son poco creíbles al adornarlas tanto él, como los concejales que le apoyaron y el PSOE provincial con todo tipo de justificaciones típicas de un niño al que le han pillado en una travesura. Es decir, que lo dicho en la grabación no es tan grave y por lo tanto las disculpas no son tan disculpas. Con un "lo siento, me he equivocado, no volverá a suceder" sin más, quizás solo quizás le hubiéramos creído.

¿Qué pasa con los alcaldes benaventanos? En la legislatura 1999-2003, concretamente en el 2000 dimitió el Sr. Zapatero; en la legislatura 2003-2007 el Sr. Guerra realizó una deficiente gestión municipal, además de propiciar con su dejadez y la del resto de consejeros numerosas irregularidades contables en el CTB, que terminó con su salida temporal del PSOE en 2009 y el procesamiento del gerente. El siguiente alcalde, el Sr. Mañanes, tuvo que dimitir por la historia de su famoso chalet. Al Sr. Huerga con hechos como los protagonizados por él en los últimos días me da la sensación que la maldición de los alcaldes que dimiten o que se les recuerda por su mala gestión, le persigue.

En Cataluña las empresas se van porque no hay estabilidad política, aquí no vienen porque, entre otras cuestiones, todo este ruido mediático las molesta.