A los patos de la Ría de don Felipe, del regato que siempre ha nutrido de agua las harineras, les pasa algo. Ajenos al paseante por los senderos practicados por el Ayuntamiento en la zona recreativa y de esparcimiento vecinal, andan como perdidos en el pequeño cauce del ahora Guadiana benaventano.

La Ría de don Felipe no tiene agua y sus habitantes más señeros lo denuncian con su más que atenta mirada. El agostado lecho de la ría que en no pocas ocasiones ha llegado a anegar al completo la zona, es ahora un manto de lodazal en el que únicamente se hallan pequeñas balsas de negra agua que sirven de hábitat natural a la colonia de patos y gansos.

La comida no les falta a las aves porque no son pocos los vecinos que les aportan nutrientes. No obstante su mirada anuncia la preocupación por la ausencia de agua. Porque el líquido existente es escaso y, más aún, de un más que color turbio. Circunstancia que provoca olores desagradables para el paseante cuando se incrementan las temperaturas. Si el tiempo no lo remedia y la presencia de precipitaciones de lluvia no se manifiesta con prontitud, los vecinos más señeros de la Ría de don Felipe, los patos de este regato, no podrán desplazarse más por el cauce dejando a un lado el sequedal, tendrán que trasladarse a otras zonas para dejar atrás la tristeza de su mirada.