El Hospital de la Piedad, regentado como asilo de mayores por la Congregación de Hermanitas de los Ancianos Desamparados, dejará de prestar este servicio social una vez que las religiosas reubiquen a las cerca de 60 residentes que son atendidos en el inmueble en otras residencias.

Los cambios legislativos en materia de residencias sociales y, sobre todo, la falta de vocaciones que permitan a la Congregación seguirse ocupando en número suficiente del asilo y de los mayores, han llevado a la orden a decidir el fin de la actividad. La decisión es firme pero no será inminente. La Congregación, de acuerdo con las familias de los mayores, quiere dejar zanjada la reubicación y también resolver la relación laboral de una decena de empleados.

En la actualidad, además del personal empleado, una decena de religiosas atiende a también a los mayores. La inexistencia de relevo por la falta de vocaciones ha forzado esta situación, que la Congregación venía sopesando desde hace ya muchos meses.

El Patronato del Hospital de la Piedad, que preside el alcalde de Benavente, se reúne hoy para estudiar cuál será el futuro uso del edificio una vez que la salida de la orden religiosa se consume. El Ayuntamiento baraja ubicar el comedor social y el ropero solidario que inicialmente había previsto instalar en dos bajos de propiedad municipal de la calle Luarca, en el barrio San Isidro.

Del mismo modo, la parte noble del Bien de Interés Cultural pasaría a acoger un centro museístico con diversos fondos locales. Por último, el actual equipo de Gobierno planteará también recuperar el objeto inicial con el que se construyó el edificio, esto es, utilizar las dependencias residenciales como albergue de peregrinos.

Fuentes municipales precisaron ayer que este es el inicio de un proceso que podría durar meses y cuyo desenlace dependerá en primera instancia y en todo caso de que las Hermanitas de los Ancianos Desamparados lleven a término su decisión.