El desprendimiento de ladrillos de la torre del santuario ermita de la Virgen del Agavanzal ha provocado que un numeroso grupo de vecinos solicite ayuda a la Junta de Castilla y León para su reparación.

A través de un escrito remitido al Servicio Territorial de Cultura, los firmantes, en un número de 42, confían en que la solicitud "sea comprendida y aceptada" por parte de los responsables de la Administración Autonómica. Y ello, con el argumentario de que los desprendimientos de materiales peligran la seguridad de los numerosos peregrinos que se acercan al edificio en su periplo jacobeo por este camino mozárabe sanabrés. La seguridad para el caminante y el freno de la caída de materiales forman parte de los argumentarios expuestos, así como "la mala imagen" que ocasiona la situación.

Hasta el Obispado de Astorga ha llegado también la reclamación de ayuda, alegando el "estudio de una posible intervención", según confirmaron algunos firmantes del escrito remitido a la Junta.

El caso es que la actuación de obra se quiere aprovechar también para reparar la torre o espadaña retomando un antiguo proyecto paralizado con ocasión de la crisis económica y que afectaba al conjunto del paño de la torre con especial incidencia en los dos grandes contrafuertes construidos en el año 1975 con motivo de su reparación.

La dudosa estética, aunque efectiva en cuanto a la consolidación del muro frontal, se pretende ahora adecuar aprovechando la mejora de la coronación de la torre evitando la caída de ladrillos y cascotes.

Recientemente, hace media docena de años, la Consejería de Fomento intervino en el acondicionamiento interior del solado del templo y en unas actuaciones anteriores instaló el anclaje con cinchos de hierro del paramento de la fachada a la nave central.

No obstante, las pretensiones actuales se hallan al albur de la complacencia financiera de Cultura de la Junta de Castilla y León y más aún de la del titular del inmueble religioso, el Obispado de Astorga que "autorizaría" esta intervención de obra de contar con los recursos económicos para ello, adujeron las mismas fuentes.

El edificio y explanada de la ermita santuario de la Virgen del Agavanzal, en Olleros de Tera, acoge a numerosos devotos de los pueblos vecinos con ocasión de la novena y romería a la Señora. A los pies del edificio pasa el camino jacobeo por el que discurren anualmente numerosos peregrinos de diferentes países.

Este templo mariano que ha venido sufriendo constantes reformas desde su construcción en los albores del siglo XVII por don Diego de Bustamante y Melgar perteneciente a la Orden de Santiago, caballero de la reina y dueño del coto Redondo del Agavanzal, gozó ya desde sus orígenes con una bula de indulgencias para sus cofrades expedida en Roma por el Papa Inocencio X en el año 1654, a sólo unos meses antes de fallecer el pontífice en la ciudad eterna el 7 de enero de 1655. Fue a mitad del siglo XX, un 17 de octubre de 1950, cuando el entonces prelado astorgano, Jesús Mérida Pérez, se hizo cargo para la diócesis maragata de la ermita, casa del ermitaño, huerta y una finca por el precio de 3.250 pesetas que abonó a la hasta entonces propietaria, la baronesa de San Vicenso, doña María Menéndez Valdés y de Bustamante, legítima heredera del linaje de los Bustamante con casa palaciega en la villa toresana.