Congosta de Vidriales es uno de los pocos pueblos de la comarca que organiza un concurso de espantapájaros. De la comarca y de la provincia, porque en los valles benaventanos sólo se hace en alguno del Valle de Valverde y ahora se organizó también en la localidad vidrialesa.

La culpa de todo ello la tiene la asociación cultural "El balcón de Vidriales" que apuesta por la tradición recuperando una de las simpáticas figuras que todavía, aisladamente, se siguen instalando por algunas huertas y cultivos con el fin de ahuyentar las aves, sobre todo cuervos, intentando evitar que hagan mella en frutas o productos hortícolas. Parece que los pájaros se han acostumbrado y hay que aplicar al monigote algún artilugio en movimiento. Pero, ni por esas, los pájaros andan a las suyas.

El monigote de figura generalmente antropomórfica suele ataviarse con viejos ropajes, primando la originalidad. Esto es lo que llegó a valorar en Congosta la asociación "el balcón de Vidriales" en su concurso de espantapájaros. Y el jurado primó los materiales empleados, esfuerzo e imaginación, "como se hacía antaño", adujeron desde el colectivo cultural.

El grupo de espantapájaros se instalaba primeramente en el muro de la plaza del Caserón para su exposición ante los vecinos, sobre todos los más mayores agradecidos con la iniciativa. La muestra colectiva pasó a un escenario más campestre y con una atracción visual de mayor amplitud. Junto a la carretera, en las inmediaciones del campo de fútbol, a la vista de todos, dejando en las retinas la simpática postal.

Esta era una de las actividades porque la semana cultural que se abría el lunes 14 finalizaba ayer martes con una facendera o trabajos comunitarios y ha contado con un amplio programa con una excursión a aguas gallegas, a la Ribera Sacra, el IV concurso de tortillas y postres o la III marcha familiar por la ruta "las Lagunas". Al igual, una velada musical en "el Molino", una charla sobre el cáncer de mama, actuación de folklore, comida de convivencia vecinal, juegos de mesa, talleres, cuenta cuentos e, incluso, una chocolatada.