A sus 89 años, la leonesa Araceli de la Fuente, que regenta la farmacia de Santa María en Benavente, recibirá el premio "Autónomo del Año" en la categoría a la Trayectoria Profesional 2017, que otorga la Federación Nacional de Asociaciones de Trabajadores Autónomos-ATA. Un galardón que supone el reconocimiento al esfuerzo, trabajo y dedicación de toda una vida: 65 años ejerciendo como farmacéutica y 50 de autónoma.

-¿Qué sintió al saber que se le concedía este premio?

-Me ha hecho ilusión, pero no sé por qué me lo han dado a mí, no me lo explico. Lo único que hago es lo que creo que hay que hacer hasta que se pueda: trabajar. Y eso es lo que he hecho durante todo este tiempo.

-¿Cuántos años lleva ejerciendo su profesión?

-Comencé trabajando a los 24 años y ahora tengo 89. Han sido en total 65 años de farmacéutica, aunque algunos menos como autónoma. Y siempre he tenido una gran pasión por mi trabajo. Siempre me ha gustado. Los tiempos han cambiado y las tecnologías también, pero la profesión es la misma.

-¿Cuál es el secreto para mantenerse tantos años en el mismo negocio?

-Siempre he llevado una vida muy sana. Esto tiene mucho que ver porque de esta manera la salud permite a una persona trabajar durante más años. No he parado de trabajar nunca, salvo en casos puntuales. Esos son los únicos secretos. Mi abuelo y algunos familiares se dedicaron desde el siglo XIX a la farmacia. De ellos aprendí mucho. Pero mi padre, que viajó por Cuba y sabía mucho, fue el que me enseñó que todo se consigue con constancia.

-¿Cómo fueron sus primeros años en el ámbito profesional?, ¿dónde estudió?

-Los primeros años fueron duros. Durante la carrera saqué buenas notas siempre, me gustaba ser buena estudiante. Estudié en Madrid, en la Complutense, que era el único sitio de España en el que se podía estudiar farmacia. Ese año, el 1946, fue en el que se incluyó por primera vez la carrera en la Complutense, así que yo fui una de los que la estrenaron. Aprobé los seis años de carrera a la primera. Luego empecé a trabajar ejerciendo la profesión que tengo ahora.

-¿Cómo empezó a trabajar como farmacéutica?

-Comencé a trabajar en la farmacia de un pueblo de León que se llama San Emiliano de Babia. Estuve allí durante medio año más o menos. La segunda vez que trabajé de farmacéutica fue en Madrid, donde estuve otro medio año. Luego ya vine para la provincia de Zamora y abrí una farmacia en Manganeses de la Polvorosa durante un tiempo. Mi marido, que entonces era mi novio, también farmacéutico, compró esta farmacia. Abrí otra en Gijón, que se la traspasé a una hija. Vendí la de Manganeses y me puse a trabajar junto a mi marido. Me jubilé, pero cuando murió mi marido anulé la jubilación, porque entendí que quería seguir trabajando porque ésta es mi pasión. Esta farmacia lleva a mi nombre 11 años.

-¿Recuerda alguna anécdota o algo curioso que le ha sucedido durante este tiempo?

-Antes me gustaría aclarar una confusión muy común que tiene la gente en cuanto a las farmacias. Cuando una farmacia está abierta por las noches no significa que esté de guardia, sino de urgencia. Aunque ya que las personas acuden a esas horas, se les atiende. Las personas lo confunden y terminan viniendo a lo que se les ocurre. El otro día vino un hombre a pedirme que le pesara de madrugada. Y otro al que no le podíamos abrir porque el timbre estaba estropeado avisó a la Policía, pero no tenía receta médica. Es necesario que la gente entienda que la receta médica es fundamental.

-¿Cómo es trabajar en esta farmacia en concreto?, ¿es muy diferente a las primeras en las que trabajó?

-Más o menos el trabajo ha sido igual. La diferencia viene por las tecnologías. Cuando despachábamos sin máquina, ni ordenador y hacíamos las "fórmulas magistrales", es decir, medicina a base de ciertas plantas concretas, todo era diferente. Pero la esencia sigue siendo la misma.