Treinta años han pasado desde que Antonio Hernández Mancha en 1987 presentara una moción de censura contra quien era en ese momento el Presidente del Gobierno Felipe González. Hernández Mancha, Presidente de Alianza Popular, era un político desconocido para el electorado, incluso para su propio partido, del que ni tan siquiera era diputado.

Necesitaba publicidad gratuita para lanzar su figura y optó por utilizar el Congreso de los Diputados como rampa de lanzamiento. Acción muy criticada por algunos pesos pesados de su propio partido y grupos políticos con representación en la Cámara, por el uso frívolo que estaba haciendo de la Institución. La fallida moción acabó con la carrera política del delfín de Fraga.

Treinta años después la historia se repite. Pablo Iglesias, con la presentación de la moción de censura contra Mariano Rajoy, elabora una estrategia publicitaria con el objeto de frenar la pérdida de apoyos que estaba sufriendo. Esta acción estaba abocada al fracaso y era consciente de ello.

La aritmética parlamentaria no le favorecía, por lo que ni tan siquiera se molestó en hacer una ronda de consultas con el resto de los grupos del arco parlamentario para recabar apoyos. La farsa de moción de censura fue de tal magnitud que había diputados de su propia bancada que se enteraron por la prensa de la iniciativa presentada. Lo único que le interesaba al líder de Podemos, era montar un circo mediático que relanzase su figura como castigador único de un PP agobiado por los casos de corrupción y de paso dañar a un PSOE en horas bajas. Para él, plantear una posible alternativa de gobierno era una cuestión menor.

Una moción de censura es algo muy serio y quien la utiliza como medio propagandístico es un irresponsable, aunque después de escuchar al Sr. Iglesias en su larga exposición, me temo que esto no le provoca rubor alguno con tal de obtener beneficio político.

Es un líder que no se le puede tomar en serio. Es obsesivo en su discurso faltón de "salvador de la patria" frente a los corruptos y defraudadores, no importándole meter en el mismo saco a toda una organización, buenos y malos, con tal de sacar el mayor rédito posible.

Es cierto que el PP tiene entre sus filas un nido de vividores que no han dudado en utilizar las instituciones en beneficio propio y que sus responsables no han sabido erradicar, pero hay una cosa que el líder de Podemos no quiere reconocer y es que hay una parte muy importante de la voluntad popular, que elección tras elección, ratifica su compromiso con el Partido Popular. Llamar progresista a quien vota a Podemos y considerar al resto una masa que no sabe lo que hace, es simplemente sectarismo rancio.

La voluntad popular es sagrada y esto es algo que debe ir aprendiendo quien por un lado pretende ser el azote de los malversadores de fondos públicos y por otro utiliza el dinero de los españoles a su antojo para hacerse propaganda.

La retórica insulsa del nuevo secretario general del PSOE deja a las bases que lo apoyaron en una situación comprometida para convencer a un electorado muy dubitativo con el "nuevo PSOE". El Sr. Sánchez debe aclarar cuáles son sus postulados que le permiten afirmar que el nuevo PSOE va a ser socialdemócrata y de izquierdas. ¿Esto no lo era ya? Debería concretar cual va a ser la ideología "progresista" que va a desarrollar y sobretodo definir claramente su concepción de país, porque el concepto de "nación de naciones", es algo difícil de entender.

El equipo de Gobierno de Benavente tampoco se ruboriza tentando a la suerte otro año más, en su empeño por sacar a la calle el enmaromado del sábado. Somos muchos los taurinos que queremos que la fiesta del enmaromado tradicional dure muchos años y con estas provocaciones la fiesta se compromete seriamente.

Tampoco se sonroja al culpar a la oposición por la sanción impuesta por el Servicio Territorial de Medio Ambiente de la Junta al haber llevado a cabo el Ayuntamiento el derribo de la Casa del Guardagujas, sin el correspondiente estudio de gestión de residuos de construcción y demolición.

El Sr. concejal de Medio Ambiente no ha aprendido, después de muchos años en política, que no se debe matar al mensajero, ya que con su actitud de afear al PP por denunciar esa infracción está dando a entender que sería permisivo con los ciudadanos que tampoco lo incluyesen en un proyecto de derribo. Son varias las sanciones que estamos pagando los benaventanos por "errores" del equipo de Gobierno, por lo que sería un buen detalle, que el abono de ésta última no saliera de las arcas municipales.