La impotencia y el cabreo vienen haciendo mella en los agricultores de Villaveza del Agua, de los de este término y de los de la zona. Y ello, porque a los problemas que de por sí ya padece el campo se le vienen a sumar los jabalíes que no entienden de fronteras y vagan a sus anchas por los cultivos de uno y otro término ribereño del río Esla.

Deambulan con nocturnidad por los cultivos comiendo los apetitosos granos de maiz que se acaban de sembrar en las parcelas ribereñas. Y esto es lo que desespera a los agricultores teniendo que hacer guardia por las noches para que los animales no coman los "titos" amarillos. Ya no valen artilugios porque de todo han instalado ya en las parcelas con el fin de ahuyentar a los cerdos salvajes que tienen su refugio en la abundante vegetación de la lengua ribereña de la margen izquierda del río Esla.

La desesperación llega hasta tales límites que están dispuestos a una campaña de recogida de firmas denunciando la situación ante la Sección de Vida Silvestre de Medio Ambiente de la Junta de Castilla y León con el fin de que se proceda a un mayor control de estos cerdos salvajes.

Si hace cinco años la situación era preocupante con la presencia de los jabalíes comiendo los granos del maíz, ahora es "más grave" aún, señalaban ayer algunos agricultores mostrando los daños ocasionados por los jabalíes. "Daños cuantiosos, la pérdida de tiempo y los disgustos", apuntan.

El caso es que son ya muchas las parcelas afectadas en la fértil vega de Villaveza del Agua. Una zona que se riega con el canal que toma las aguas del Esla en Barcial del Barco y suministra el agua para el riego a este término, al de Villaveza, Bretó de la Ribera y a Santovenia dominando una superficie de 1.100 hectáreas, de las que Villaveza cuenta con la mayor parte de regadío, unas 750 hectáreas y de ellas, 250 hectáreas son maizales, el resto de cereal o girasol.

Los agricultores de Villaveza del Agua que en esta temporada han sembrado el maíz con cierto retraso con respecto a otras zonas de la comarca, no obstante se ven afectados por "el hambre" de los jabalíes. Estos animales se refugian en el bosquedal de la zona ribereña descendiendo desde los montes de Bretó y de Milles y se acercan hasta la vega en busca del apetitoso manjar. Al caer la noche es frecuente avistar manadas de animales, refieren los agricultores manifestando su hartazgo con la situación. "Son muchos los gastos que originan", dicen.

Para ahuyentarlos ya no sirven ni colonias baratas, ni los atijos con pelo humano, como han venido haciendo en campañas anteriores. Ahora instalan aparatos de música en la noche, muñecos en los pasos a las parcelas, excrementos de perros e incluso algunos han tenido que instalar luminosos con tal de que los jabalíes no hagan de las suyas. Hasta algunos agricultores montan guardia en la noche encendiendo los faros de los vehículos. Porque las parcelas tienen que ser sembradas una y otra vez ya que los granos de maíz desaparecen. El comportamiento del animal no es revolver el terreno en la parcela, no. Ya que se dirigen en la línea del surco comiendo uno a uno los titos sembrados a 3 centímetros bajo tierra y a 20 centímetros de distancia uno de otro. Al igual que lo hacen los pájaros, esos cuervos negros que pican grano a grano sin verlo.

Y los agricultores ya no saben que hacer porque hasta han dejado montoncitos de granos de maiz en algunos puntos de paso a las parcelas y esto tampoco sirve. Los jabalíes se encaminan a por los titos sembrados, parece que son más apetitosos recién introducidos en la tierra. Algunas parcelas han tenido que ser sembradas ya por tercera vez.

Por eso van a comenzar una campaña de recogida de firmas para reclamar un mayor control de la fauna a la Administración Autonómica, como adujeron ayer algunos agricultores en Villaveza del Agua.