M. A. Casquero

Los primeros visitantes a la iglesia de Santa Marta de Tera, tras su apertura de puertas al público desde el pasado 1 de abril, no sólo brindan elogios para este templo románico, sino también para la rica colección de piezas expuestas en el museo del palacio de los obispos, entre las que se encuentra una variada muestra de carracas y matracas.

Es la pequeña colección de más de una docena de estos instrumentos la que cosecha elogios,entre los visitantes de más edad, quizás por sus evocaciones en el calendario de estas jornadas semanasanteras.

Los sonidos de las carracas y de las matracas vienen a ser los heraldos de los oficios religiosos. Los sones de la Pasión que emiten estos instrumentos de madera ya se dejan sentir únicamente en las iglesias y, eso, en algunas pocas, porque en casi todas las localidades de la comarca, el escenario callejero ha pasado a mejor vida. Ahora se reduce a sustituir a la campanilla en el acto de la Consagración del Jueves Santo, previo al traslado del Santísimo al Monumento.

Así es en toda la comarca, pero estos instrumentos sonoros tienen un referente didáctico en el museo de Santa Marta de Tera. En el vestíbulo del museo parroquial o del camino jacobeo que se halla ubicado en el antiguo palacio de los obispos de Astorga, edificio contiguo al templo románico, se halla una rica y variada muestra de ello. Algunas de estos instrumentos han sido fabricados con toda fidelidad por el artesano de Camarzana Andrés Rodríguez y otras pertenecían ya a la parroquia de Santa Marta. El conjunto muestra reproducciones de matracas o de carracas tanto de la zona como de tierras leonesas o extremeñas por donde atraviesa la Vía de la Plata.

Así, pueden contemplarse instrumentos de percusión como las llamadas carracas (del sonido onomatopéyico "carr"), de manivela o de bandera, otros instrumentos idiófonos que presentan forma de aspas o de cruz. Incluso originales matracas (del árabe "mitraq", martillo). Matracas compuestas o de cajón, donde el vaivén de la mano provoca el sonido del interior; de tabla, en la que en ambas caras se han incorporado herraduras que al girar el tablero provoca el golpeo o martillazo de los metales sobre la madera. O de uno o más martillos de madera golpeando sobre la tabla de los que penden. Hasta la de palma compuesta de dos tableros. Así es la rica y variada muestra de estos instrumentos idiófonos (de los vocablos griegos "idios" que quiere decir propio y "fono", sonido).

Esta colección forma parte de la intrahistoria más localista llegando a constituir una representativa muestra de la convocatoria a los oficios religiosos que en estas fechas realizaban monaguillos y jóvenes, algunos en grupo manteniendo la sana rivalidad tanto en la persistencia como en el elevado volumen del sonido. Y ello porque las campanas estaban de luto, su tañido era silenciado por estos sonidos con evocaciones ancestrales.