Plañideras, luto, clero y, por supuesto, la protagonista de la noche, la sardina, despidieron ayer las fiestas de Carnaval. La Asociación de Familias Numerosas volvió a encargarse de la organización del Entierro de la Sardina, que el pasado año recuperaba tras unos años sin celebrarse en Benavente por falta de colaboración por parte del Ayuntamiento. La parodia carnavalesca del cortejo fúnebre partió de la calle Herreros pasadas las ocho de la tarde y fue haciendo un lento recorrido hasta la plaza Santa María en el que se fueron alternando los sollozos de las viudas desconsoladas llorando la muerte de la sardina con el jolgorio y la juerga que iba marcando la música de una charanga.

Desde Santa María el recorrido siguió hasta la Plaza de Juan Carlos I, donde encendieron bengalas, y de allí a los Paseos de la Mota donde se preparaba un fuego sobre el que se incineraría al pescado encargado de poner fin a Don Carnal y dar paso a Doña Cuaresma. Es el primer año que se ha optado por este ritual, ya que en la pasada edición se optó por enterrar a la protagonista.

El cortejo iba encabezado por cuatro jóvenes vestidos con elegantes trajes, bombín y pajarita negros que portaban a hombros un pequeño ataúd con la sardina dentro. Le seguían el enterrador, el obispo y un monaguillo que no dejaba a nadie indiferente a su paso puesto que dejaba un olor a incienso allí por donde pasaban. Después seguían un grupo de niñas y las mujeres que lloraban a grito pelado. Hubo un tiempo en el que esta celebración contaba en Benavente con decenas de personas. Ayer no estuvo muy concurrido, aunque no hay que desmerecer el esfuerzo de la asociación por recuperar un acto costumbrista que tiene una gran simbología en las fiestas de Carnaval.

Al llegar a los paseos de la Mota se hizo un corro alrededor del fuego y el enterrador colocó la sardina Genoveva sobre el fuego. Mientras se iba quemando, el improvisado obispo se dirigió a los presentes con un discurso que provocó risas y ficticios llantos al mismo tiempo. "Todo es mentira, todo es verdad, pero lo cierto es que se acaba el Carnaval", narraba el obispo quien fue despidiendo las fiestas. "De la juerga y la diversión donde unos días fuimos lo que queríamos bajo el disfraz, fuimos lo que nos atrevimos a ser, con el fuego arde el disfraz. Se va don Carnal y viene doña Cuaresma", concluyó.