Desde el río Cea hasta el arroyo del Regato, desde un extremo a otro extremo de la comarca benaventana, los carnavales pusieron su punto final con la característica de recobrar o mantener las tradiciones más señeras. De la mano de asociaciones o de los propios ayuntamientos el itinerario de las carnestolendas en la comarca decía ayer adiós con la entrada de la Cuaresma.

Tradiciones con afán de permanencia consistía la cita organizada en Morales de Valverde representando a los emblemáticos personajes de las birrias, del gordo, del toro, del toreo o de los novios.

Otro tanto se hacía en Fuentes de Ropel con la recuperación del manteo del pelele que la asociación Iniciativas Ropelanas pretende promocionar tras la organización realizada el pasado año por un grupo de mujeres a iniciativa de Zoti Rodríguez, y ello tras haber transcurrido medio siglo sin la celebración. El "trajín" comenzó en la plaza Mayor donde los niños disfrazados, intentaban "robar" los peleles custodiados por el Pelelón, personaje que defendía a escobazos y carreras que nadie osara echar mano de los muñecos de paja, para a continuación iniciar el manteo tradicional del pelele, a la voz de: "el pobre pelele se va a marear, de tanto subir, de tanto bajar, el pobre pelele no tiene camisa, que se la robaron los curas en misa".... "A la de una, a la de dos y a la de tres... arriba con el...". Y uno de los peleles era manteado por las mujeres y el otro por los niños, entre cánticos, risas y bromas.

Y los ropelanos pusieron el broche final a la jornada degustando una chocolatada y las típicas orejas de carnaval.

En una de las localidades de la vega del Eria, en Santa María de la Vega, el Ayuntamiento no quiere dejar perder la costumbre de degustar la escabechada como fin a una jornada de convivencia vecinal y para los más pequeños, una chocolatada.

Al otro extremo de la comarca, donde el arroyo del Regato deja atrás el nombre de arroyo de "la Vega", en San Pedro de Ceque, los vecinos despedían a Don Carnal con desfiles callejeros y una merienda cena a base de una más que generosa escabechada y reparto de cacahuetes y sangría. Y para rematar, la chocolatada ya en la noche. Las murgas y toreros se confundían con un abanico de personajes llenos de colorido y jolgorio ante el numeroso público expectante haciendo cola para degustar el tradicional reparto del pez de escabeche con el pan de hogaza. Las tradiciones se reafirman en los Valles.