En plena sierra de Carpurias, donde los rayos de sol extienden sus brazos con toda potencia permitiendo contrastes más severos, allende montañas y mares adonde el horizonte se hace agua, el artista Eric Le Courtois se ha encontrado con su plenitud. Ha sido Villageriz de Vidriales el lugar elegido por Eric Michel Baudoine, Eric Le Courtois para más señas, para continuar su periplo de quehacer artístico desde Ibiza, la ciudad de la luz en pleno Mediterráneo.

Es precisamente el contraste de la luz, la quietud, la naturaleza abierta, el dorado de los trigales, la motivación, el empuje por la elección del asentamiento vidrialés de este artista pintor independiente maestro del puntillismo. Esa técnica pictórica que usa la aplicación de puntos de color para dar forma a las figuras y desde el padre "puntillista", Georges Seurat, utilizaron grandes como Van Gogh, Camille Pissarro, Henri Delavallée o Blaho Bukvack.

La casa en la que reside "Elect", seudónimo de Eric Le Courtois, junto a su mujer Elisabeth Nau, en la ladera de Carpurias, es una galeria de arte que alberga unas 2.000 obras del maestro del puntillismo. Un recorrido por las diversas estancias permite adentrarnos en el devenir del artista.

De todo un proceso desde sus orígenes en la región francesa de La Provence Côte d´Azur, en Saumur, hasta recalar en el pueblecito vidrialés de 20 habitantes. Donde el artista presume que se ha concluido un ciclo e intuye que ha llegado el momento de otro cambio. Desde sus primeras exposiciones en locales, en bares y restaurantes de su territorio natal y de Anjou hasta llegar a Nantes, Angers y otras ciudades del Valle del Loira.

Trabajaba varias técnicas, primero el óleo, los pasteles, el carboncillo, las acuarelas sobre papel o cartón pero estaba empeñado en conocer el fondo, ampliar horizontes, siendo su lugar de vida las calles de Paris, de Honfleur, Burdeos, Lyon, Varsovia, Ginebra y otras ciudades europeas. Su medio de vida lo constituían sus dibujos hechos con los únicos elementos que podía llevar consigo, papel y tinta. Se instaló en Haute Savoie, en Thonon les Bains donde poco a poco se hizo conocer y apreciar llegando a participar en numerosos actos oficiales y exponer sus obras en galerías del Dauphiné, Thonon, Evian, y en el vecino país helvético, con referencia en la villa de Ginebra. Su obra evolucionaba dejando dominarse por el abstracto hasta llegar a ser él su dominador con toques de figurativo, "donde el pensar era más fuerte que la espontaneidad, la razón más fuerte que los sentidos", señala.

El año 2000 fue una fecha clave para el artista, en ese año conoció a su mujer, Elisabeth Nau, quien le permitió con celeridad repartir su tiempo entre Thonon les Bains y Málaga, la ciudad en la que ella residía. Desde ahí su paso a Mallorca donde Eric Le Courtois instaló un taller galería dejando el poso de su puntillismo en todas sus obras, principalmente sobre el papel, pero también sobre lienzo. Un puntillismo integrado en formas geométricas, en collages y armoniosos polícromos. Ibiza logró encandilarle con su luz y permitió que su obra diera un giro evolutivo, dejando al artista expresar los azules cristalinos de las calas y los rojos fuego. Eric apostó por continuar su proceso evolutivo "de intensa concentración", refiere. Su obra llega a ser escultural, minimalista, con trabajos sobre destrucción y reconstrucción y acumulación histórica. Una visión catastrófica que se apacigua y purifica con el color blanco que Eric necesita para aportar luz al caos. De ahí sus últimas obras que dan paso nuevamente a sus orígenes, al puntillismo que se disocia de su fundador Seurat y de los neo impresionistas, un puntillismo que atrae a su abstracto, donde siempre brilla su luz necesaria, el blanco.