Una vez que la villa romana de Camarzana de Tera, la denominada villa de Orpheus, se abra a los visitantes, los ojos contemplarán uno de los espacios más ricos históricamente desde las primeras ocupaciones humanas hasta la actualidad.

Es probable que en la época estival y coincidiendo con los trabajos de restauración de mosaicos y adecuación del recinto para las visitas que se vienen realizando "in situ" y tienen prevista su conclusión a finales de este año 2017, se organice una jornada de puertas abiertas con la presencia de responsables de la Junta de Castilla y León, aunque este extremo no se ha confirmado.

En todo caso, el espacio es considerado por los expertos como excepcional y ello en base no sólo al pavimento de las estancias con profusión de mosaicos que configuran la importancia de la villa de la época romana clásica. Aunque no se pudo exhumar al completo ninguna sala de la villa, los estudios realizados han rediseñado las estancias y su distribución y ello a raíz de las excavaciones llevadas a cabo hace 10 años, en el año 2007 y 2008.

No obstante, de la existencia de un enclave arqueológico o del "palacio", denominado así por los vecinos, ya se tenía constancia de ello, muchos años antes, por restos aparecidos.

Una de las primeras estancias que el visitante se encontrará será el patio central de la villa. Junto al peristilo o pasillo que le rodeaba, el pavimento del corredor de columnas se presenta como una alfombra con motivos geométricos y con profusa policromía. Desde este pasillo se da acceso a una estancia que se considera como la más importante por su ubicación, en palabras de la experta Hortensia Larrén Izquierdo, arqueóloga del servicio territorial de Cultura de la Junta, aduciendo que se corresponde esa estancia a la figura mitológica griega de Orfeo quien aparece sentado rodeado de aves y otros animales.

Y junto a esa reproducción iconográfica en los mosaicos aparecen además otras representaciones iconográficas subsidiarias con especial relevancia. Ante nuestros ojos aparecen 4 caballos simétricos con sus respectivos nombres en las cartelas de los ángulos, el de Germinator, Venator, Fynix y Aerasimus o Saerasimus.

En la entrada principal aparecen varias cartelas con representaciones de cacerías y curiosamente esas representaciones de cacerías hay animales que no se corresponden a su procedencia en la Península Ibérica en aquel momento. Ello significa que los cartones no son de la zona, ni de la península, sino que son procedentes del Norte de África y se trasladan a la península. Una circunstancia que se traduce en la irradiación del proceso de romanización.

Junto a estos mosaicos significativos, en la parte extrema aparecen dos estancias que una vez que se complete el proceso de limpieza musiva y restauración se ha descubierto la representación de una señora, una dama de cierta categoría social que los expertos así han determinado por las joyas que lleva y que son las mismas que han aparecido en otros asentamientos romanos. Los expertos aducen que se trataría de Ariadna o "el sueño de Ariadna". El detalle en la representación iconográfica es como si se tratase de una fotografía de las piezas que hizo el orfebre fuera del recinto.

Estancias con representaciones iconográficas como "el rapto de Europa", representaciones con el emparrado y racimos de las viñas y las perdices picoteando, escenas con felinos y otros animales, o las de caza de jabalíes o de ciervos, constituyen ejemplos de la riqueza mosaica. Una riqueza que da idea de la relevancia de la villa y de su propietario con una hacienda en el entorno de los campamentos romanos de Petavonium con presencia militar hasta mediados del siglo III, aunque en un documento administrativo datado entre el siglo IV y principios del V, la Notitia Dignitatum Occidentalis, se cita entre los cargos del ejército romano al de tribuno de la Cohors Secunda Flavia Pacatania en Petavonium.