El desdichado domingo 1 de mayo del 2016 pasará a los anales de la historia de Castrogonzalo como el día en que se derrumbó uno de los puentes más señeros de la zona, el de la época medieval sobre el río Esla, para más señas. No hubo que lamentar desgracias personales, pero si grandes trastornos para no pocos vecinos, conductores y agricultores e, incluso, peregrinos.

Han transcurrido 8 meses desde entonces y parece que el puente vuelve a cobrar su estampa y con la mayor fidelidad posible a su origen constructivo. Por los ojos del viaducto vuelven a discurrir sus aguas con toda normalidad.

Y el río Esla se muestra agradecido porque la maleza que durante años invadía su ribera sumado a las isletas de arrastre de materiales sobre el lecho, tuvieron la mayor parte de culpa de que una parte del puente se derrumbara, desplomándose sus elementos pétreos sobre las aguas. Lo que es peor, la plataforma de la carretera quedó abierta en dos impidiendo la circulación de los vehículos y, por ende, de los agrícolas a los que tanto daño hizo la situación.

Tras superar un proceso en el que se implicaron las administraciones, no siendo ajenas a una incesante lluvia de reclamaciones para la reconstrucción, las obras comenzaron a mediados de agosto y ya en el ecuador de los trabajos, a finales de octubre, el responsable de la administración estatal en la provincia, el subdelegado del Gobierno, García Bermejo, aseguró "in situ" que las obras estarían concluídas a finales de año y los vehículos agrícolas dejarían de circular por el paso alternativo habilitado en un carril de la autovía.

Las fechas de reconstrucción, del ojo derrumbado, de los pilares afectados, del estribo norte, se han concluido ya y sólo falta que en los próximos días se acometa la provisión de una capa de aglomerado en la plataforma para que el paso de personas y vehículos retome su normalidad y los agrícolas recobren su vía habitual. Las aguas del río Esla, agradecidas, ven ya brillar nuevamente las piedras sobre sus aguas. Por fin.