El bar Camelot de Arrabalde se ha convertido en estos días en escenario museístico para albergar las piezas artísticas que la propietaria ha hecho con sus manos. La vecina de Arrabalde, Humildad Tejedor Posada, viene cosechando los elogios de sus convecinos al contemplar sus obras de arte expuestas en el improvisado museo.

Para "Humi", como así la llaman en Arrabalde, la paciencia no tiene límites. Paciencia y mimo, porque estas son las características de su afición por el modelado sin un patrón establecido de antemano. En la cabeza de Humi están sus vivencias desde la niñez.

La azarosa vida de los antiguos oficios, estampas propias de esta época navideña, la labor cotidiana de unos albañiles, edificios singulares, e incluso hasta ha habido tiempo para reproducir fielmente los encuentros vecinales a la solana, "junto a la moral" como así se denomina este lugar de Arrabalde donde un grupo de mujeres se sientan sobre una viga de madera para hablar de sus cosas, de la vida cotidiana.

A Humildad Tejedor le faltan horas al reloj para dedicarse "en esos espacios muertos" a modelar con sus manos la que finalmente será una obra de arte. "Lo hago a ratos, por las noches y otros ratos". Le basta la pasta de modelar, el cartón, el plástico, cualquier material sirve para dar forma a las figuras que luego serán pintadas a base de óleos o pintura acrílica.

De este modo, y sin tiempo, de las manos de Humi surgen piezas que van desde una maqueta del edificio de las escuelas viejas con algunos chavales correteando alrededor, o de la iglesia, de algún que otro palomar y de un carro que traslada a una fiesta a una risueña pareja.

A las simpáticas escenas reproducidas en maquetas no les falta detalle y para ello baste la de la matanza del cerdo, una de las piezas que más elogios cosecha porque no habrá casa en la que no se conozca esta tradicional tarea, o la de los pequeños en un parque.

Una rica colección de obras de arte que Humildad realiza por afición desde que unas vecinas a raíz de haber asistido a un curso decorativo de tejas le explicaron cómo lo hacía. A Humi no le bastó comenzar por decorar las tejas, sino que quería ir más allá, aplicarles figuras y "así empezó todo" para esta autodidacta.

Con similar técnica a la utilizada en las maquetas, Humi hace cuadros. A la artista de Arrabalde le apasiona la naturaleza y lo refleja con mimo en sus obras. Algunas de ellas a base de la cáscara de huevos de codorniz. Todo arte.

Medio centenar de piezas son las que se han venido exponiendo estos días en el bar Camelot de Arrabalde que Humildad Tejedor regenta junto a su marido José quien le animó a mostrar a los demás su faceta artística.