Los políticos locales y la Administración Autonómica no dejan de sorprendernos, un día sí y otro también. A la irracionalidad populista que en algunos momentos protagonizan nuestros representantes en el Consistorio benaventano, se ha unido la confusión creada entre los criterios esgrimidos por el Consejo de Cuentas, la Consejería de Economía y Hacienda y el Consistorio benaventano a la hora de valorar unas cuentas municipales. A lo que tenemos que añadir las posibles consecuencias económicas que puede acarrear a las arcas públicas la celebración del I Toro de las Peñas, que en su día fue autorizada por la Delegación Territorial de Zamora de la Junta de Castilla y León.

Parece que todos se han confabulado para provocar que el ciudadano se sienta más desconfiado, confuso y desprotegido frente a las instituciones locales y autonómicas.

La pasarela fantasma vuelve a resurgir año tras año como un mal sueño para los benaventanos. El Consejo de Cuentas en su Plan Anual de Fiscalizaciones del año 2014 dice que el Gobierno del PP no debió pedir el crédito de 2,15 millones de euros para la restauración de los cuestos y otras inversiones. Su argumento se basa en que el cálculo del ahorro neto del año 2012 positivo de 471,56 euros que presentó el Ayuntamiento en su momento para que se lo autorizasen estaba "equivocado", porque realmente era significativamente negativo e invalidaba la autorización del préstamo solicitado según la legislación vigente.

En este tema se dan varias situaciones a mi entender graves, que pueden causar indefensión en el ciudadano ante las actuaciones de sus representantes políticos, técnicos y organismos administrativos competentes.

En primer lugar, cuando existe una mayoría absoluta en un consistorio seguimos sin tener mecanismos eficaces que fiscalicen la acción de gobierno. Así pues, cualquier equipo de gobierno "soñador" puede utilizar el presupuesto discrecionalmente para construir una pasarela inútil o un aeropuerto para marcianitos y llegar a endeudar a la ciudad hasta límites insoportables para los ciudadanos.

En segundo lugar es grave que el Ayuntamiento de Benavente, al pedir el crédito para la restauración de los cuestos, se "equivocase" a la hora de presentar las cuentas, muy grave dar pie a malintencionadas sospechas de que pudo haber algún tipo de manipulación de las cuentas y lo que no tiene justificación es que el órgano de tutela financiera de la Junta de Castilla y León no realizara las oportunas comprobaciones para detectar el presunto "error".

Somos muchos los benaventanos que defendemos la continuidad del Toro Enmaromado y por ello somos conscientes de que se tiene que adaptar a las exigencias de una sociedad cada vez más sensibilizada con la protección de los animales. Por ello me parece muy acertado que el Ayuntamiento quiera regular mediante una ordenanza las condiciones de la carrera con el objeto de preservar la tradición.

Este gesto, necesario por otra parte, se contradice con el populismo e inconsciencia del señor alcalde al promover y permitir un toro enmaromado más dentro del festejo tradicional en lo que se denominó I Toro de las Peñas. Esta concesión populista -reconozco que a muchos benaventanos agradó- puso en riesgo el espíritu tradicional de la fiesta de nuestro enmaromado, la aspiración de obtener la declaración de Fiesta de Interés Turístico Nacional y a Benavente en el punto de mira de las asociaciones antitaurinas. Los excesos nunca son buenos.

La complacencia del señor alcalde con los que pedían otro toro más se vio respaldada con la autorización para celebrar el evento por la Delegación Territorial de Zamora de la Junta de Castilla y León, que al igual que el señor alcalde "no se percataron" que ese I Toro de las Peñas no podía tener la consideración de Espectáculo Taurino Tradicional porque carecía de la antigüedad requerida de doscientos años, y por lo tanto vulneraba el artículo 19 del Reglamento de Espectáculos Taurinos de Castilla y León. La posible consecuencia de "este pequeño olvido o desconocimiento de la Ley" es que a la Junta de Castilla y León puede sancionar al Ayuntamiento de Benavente.

Estos dos ejemplos cuestionan la capacidad resolutiva de los organismos oficiales que autorizaron las solicitudes presentadas por el Ayuntamiento de Benavente y la actuación del equipo de gobierno municipal y sus asesores, que han puesto en riesgo la solvencia municipal y muchos años de sagrada tradición. Al ciudadano de a pie cada vez se lo ponen más difícil, ¿a quién tiene que acudir cuando tenga algún problema?