Como era de esperar, los productores de la comarca del Tera vendieron en la XXII Feria del Pimiento y Productos de la Tierra todo el morrón que sacaron a la venta en una edición en la que ha quedado patente un incierto futuro para la continuidad de un evento por el que se lleva apostando más de dos décadas en esta zona, a falta del relevo generacional, aunque el pimiento morrón sigue dando la talla y ha logrado hacer una buena feria.

Y es que, como dice el refrán, "cada uno cuenta la feria como le va en ella". Y no les ha ido a todos por igual. Algunos aseguraban que la asistencia de gente ha sido inferior a otras ediciones, pero la mayoría, la califica como una "buena feria", en cuanto a la asistencia de público, excepcionalmente en la jornada del viernes, y en la mañana del sábado. El domingo, la gran mayoría ya no ha acercado más producto a la Plaza Mayor.

Ayer por la mañana ya sólo dos productores vendían pimiento morrón. "Esto es muy duro, se plantó ya muy tarde por el tiempo y, en las últimas semanas con el calor, me he encontrado con una reducción de producción a la mitad. En plantas con tres y cuatro frutos, y sólo uno válido", señaló uno de los agricultores de Micereces, de los pocos que apuestas exclusivamente por este tipo de pimiento, el morrón.

Se ha echado de menos en esta edición la imagen de la Identificación Geográfica Protegida, (IGP), y así lo decían algunos de los vendedores. Ni pegatinas para poner en los pimientos con marchamo de calidad, que los pueda identificar, y apenas unas cajas recogiendo este producto en uno de los puestos.

Lo que se vendía ayer en la Plaza Mayor, a excepción de esos dos puestos, no eran morrones, sino otra variedad de pimiento (el tipo Lamuyo) que, para algunos que siguen apostando por la IGP, "está haciendo mucho daño a la feria, puesto que están en plena campaña y algunos ni han venido". Y es que 17 agricultores tienen un contrato con una compañía de supermercados a la que venden esta temporada hasta medio millón de kilos de Lamuyo.