Aquel agosto de hace cuarenta años fue un mes sangriento en las carreteras españolas. La nacional que unía Galicia con Madrid había sido testigo un solo día antes de una triple colisión en la que fallecieron seis personas, todas ellas portuguesas, al incendiarse los vehículos.

Era, como este, un verano tórrido, pero sin autovías, ni casi alumbrados públicos, ni apenas señalizaciones. Muchos de los viajes se hacían temprano, con la fresca, porque tampoco había aire acondicionado, y a esas horas de amanecida circulaban por aquellas carreteras de dos carriles, de cunetas sucias y llenas de papeles, tanto los vehículos a motor como los vecinos de los pueblos situados en las peligrosas travesías, dirigiéndose a las labores del campo.

Cecilia viajaba con los compañeros con los que había actuado en Vigo durante el fin de semana. Se habían puesto en marcha al concluir el último de los conciertos, sobre las tres de la mañana. Era esa una costumbre arraigada entre los artistas españoles que pasaban el verano de bolo en bolo. Cecilia siguió la misma desgraciada estela que otros muertos en accidente de tráfico y convertidos igualmente en leyenda, como Nino Bravo.

José Luis González González conducía el Seat 124 matrícula de Madrid en el que viajaban, además, el músico Carlos Viccielo Prisi, Cecilia y el batería Carlos Manuel de la Iglesia. Los dos últimos fallecieron en el acto.

Poco antes de las seis de la mañana el automóvil atravesaba el término municipal de Colinas de Trasmonte, en la comarca benaventana. A esas horas iban a sus quehaceres cotidianos Regina Álvarez y Argimiro Majado. La mujer conducía, delante, el carro con las vacas. A "El Correo de Zamora" contaría al día siguiente, convaleciente en el hospital con una pierna rota: "Me tiró un golpe. Al levantarme vi tirado a mi marido, intenté tirar de él pero no pude". Argimiro también resultó con heridas de gravedad.

De la fuerza del impacto da idea lo que relataban algunos testigos: una de las vacas salió despedida hasta un terraplén cercano. Mucho se especuló con las causas del accidente. José Luis González, que conducía, negó que fuera a velocidad excesiva, como llegó a decirse. Regina Álvarez juró y perjuró que en el momento del impacto ya había luz.

Al depósito de Benavente acudió la familia de la cantante pocas horas después. También acudió su novio, Luis Gómez Escolar, "Simone", integrante de otro grupo de éxito, aunque de estilo radicalmente distinto, "La Charanga del tío Honorio".

En octubre hubiera cumplido los 28. La cantautora española, en pleno éxito, se unía al club maldito de los 27, con Morrison, Hendrix o Amy Winehouse. Como ellos, atravesaba frecuentes altibajos de ánimo. Y en un pueblo desconocido de Zamora, el 2 de agosto de 1976, se convirtió en leyenda.