La iglesia de Pumarejo de Tera instalará antes de la inminente fiesta del patrón Santiago la vidriera que rompieron los cacos, a mediados de mayo, para acceder al templo. En todo caso, el proceso para la colocación del cristal roto se ha visto un tanto complicado debido a la preceptiva autorización de Patrimonio dada la protección de la que goza el edificio, catalogado como BIC, y las propias características del cristal.

A instancias del Ayuntamiento de Melgar de Tera, del que forma parte la pedanía de Pumarejo, se elevaba ante Patrimonio un proyecto de actuación para reparar la vidriera. La Comisión Territorial resolvía favorablemente la petición con fecha del pasado 1 de julio.

Desde la parroquia de Pumarejo se pretende instalar la vidriera para las próximas fiestas del patrón Santiago Apóstol en una operación delicada que supone instalar un cristal de 21 centímetros de ancho por 5 metros de altura formando parte, en paralelo, de otros cuatro cristales de idénticas dimensiones.

Una estructura por la que se adentra la luz del exterior a modo de vidriera rasgada verticalmente en el paramento de piedra alojada en el muro recto. La nave del templo cuenta con dos vidrieras de este tipo, una en el muro recto que da al Norte y otra, en el muro curvo, que recibe los rayos solares del Naciente con el fin de permitir así una iluminación indirecta, que favorece una penumbra de pretendida y acusada espiritualidad, tan característica de la forma de hacer del arquitecto Miguel Fisac.

Una mínima oquedad

La colocación del cristal obedece a la rotura a mediados de mayo cuando desconocidos rompieron una pequeña zona en su parte baja abriendo un hueco de sólo 28 centímetros por 21 centímetros para acceder al interior. Los hechos coincidieron entonces con la oleada de robos en las iglesias de la zona y de la provincia. Concretamente en la noche del 13 al 14 de mayo se forzaron las cerraduras de las puertas de las iglesias de Rionegro del Puente, Junquera de Tera y de Camarzana de Tera, y se actuaba en la de Pumarejo de Tera, aunque en este caso el único lugar posible para acceder al interior fue a través de la pequeña oquedad practicada en el cristal, ya que la puerta permanecía intacta. "Por donde entra la cabeza, puede entrar el cuerpo", decía una vecina de Pumarejo aventurando al presunto hecho por un niño guiado por personas mayores desconocidas que en esos días merodeaban por el pueblo.

Los cacos se apropiaron de las monedas del lampadario, ya que la parroquia no echó en falta objeto de valor alguno. Eso sí, la rotura del cristal de la vidriera y la lógica preocupación entre los vecinos.