Germán Fernández González, un ganadero de reses de lidia de Matilla de Arzón, apenas duerme desde el jueves. Ese día una docena de añojos y erales de encaste Núñez derribaron el doble vallado de la finca "La Chaola", y se echaron al monte. El ganadero cree que algo les asustó. "Posiblemente el lobo, que merodea por el monte".

Los bravos escapados formaban parte de una camada de 19 hermanos. Siete se quedaron, pero los otros doce, por el rastro que dejaron, parecieron actuar como en una estampida: se llevaron por delante el mallazo ganadero y una segunda malla de protección arrancando de cuajo diez postes del cercado.

Al descubrir lo ocurrido, Fernández presentó denuncia ante la Guardia Civil de Benavente y se puso a buscar las reses. Hace dos días localizó ocho cerca de Pozuelo del Páramo (León). Los bravos habían cruzado el monte por San Adrián del Valle y se estaban acercando peligrosamente a la antigua carretera nacional N-VI y al núcleo urbano de Pozuelo.

El ganadero, a caballo, ayudado por otros caballistas y guiando varios cabestros, intentó agrupar la manada. No lo consiguió. Los erales se lanzaron a los caballos en varias ocasiones y en la faena se dividieron. Así las cosas, optó por sacrificar siete de ellos consciente del peligro de que pudieran irrumpir en la carretera o entrar en Pozuelo del Páramo. El noveno eral apareció en Pobladura del Valle.

El domingo por la noche, según confirmó el ganadero a este periódico, pudo localizar los tres bravos aún escapados. Se encuentran en el monte, entre Matilla y San Adrián del Valle. Ayer tenía intención de agruparlos para devolverlos a la finca.

Germán Fernández montó un centro de concentración de lidia hace poco más de un año. Hasta el jueves tenía 56 reses en su finca de 25 hectáreas. Entre ellas novillos, utreros, añojos, erales, mansos y vacas. Propietario de la sociedad Taurovemar Ganadería, Fernández se encuentra inmerso en una ampliación de su negocio. Acaba de adquirir en Salamanca 25 vacas de Santa Coloma y también un hierro taurino. Integrado en la Asociación Nacional de Criadores de Lidia, está a la espera de la concesión de un código para criar reses bravas, así que este incidente le ha sorprendido en plena expansión.

Ayer explicó que desde que los erales se escaparon tuvo claro que la seguridad sería lo primero de todo, por eso no dudó en sacrificar siete de ellos. "La Guardia Civil me ha ayudado y también mucha gente, pero he tenido claro desde un principio que antes de que pudieran causar algún daño los sacrificaría", explicó.