Bajo la lluvia, sin público ni peñistas, llegó "Lechugazo" a Benavente mientras un reducido grupo de niños disfrutaba de los hinchables instalados en la Plaza Mayor para compensar que este año no haya habido atracciones en el Mercado Regional de Ganados.

"Lechugazo" no tuvo recepción. El Toro de la Peñas llegó a Benavente pasados quince minutos del mediodía bajo un aguacero. Costó su desenjaule. Al igual que el Enmaromado "Pitarroso" se puso nervioso. Cuando todo estaba lista para que entrara en el toril se resistió sin parar de dar topetazos en el interior del camión. Con casi cien kilos menos que "Pitarroso", el Toro de las Peñas, también de la ganadería de Samuel Flores, tenía una estampa y un comportamiento similares. Quedó reposando en el toril poco después de las 12.30 horas. Media hora después, en la Plaza Mayor, la lluvia obligó a los gigantes y cabezudos a ponerse a cubierto bajo los soportales del Ayuntamiento. Aún así, no se desanimaron y hubo desfile.

A diferencia del pasacalles de las fiestas patronales de La Veguilla, en esta ocasión a Don Quijote y Dulcinea y a las ocho malencarados cabezudos benaventanos, les acompañaron los gigantes y los borrachos y tarambanas de Mombuey, y los cabezudos de Santa Cristina de la Polvorosa. La charanga Jarra y Pedal puso la música al desfile por el centro de Benavente. La comitiva, con escaso público presenciando su paso, recorrió la Rúa, Santa María, La Madera, Sancti Spiritus y concluyó su paseo en la Mota, donde los participantes degustaron un aperitivo a base de sangría y pastas.

Los gigantes y cabezudos se han recuperado este año nuevamente y los miembros de la comisión de fiestas de Benavente que se encargan del pasacalles están estudiando constituir una asociación específica como las que ya existen en Puebla de Sanabria, Mombuey y Camarzana de Tera.