"Pitarroso" impuso su ritmo. Lento en la media de la carrera; ocasionalmente trotón. "Pitarroso" se paseó por Benavente se podría decir, y lo hizo con peligro cuando el público se confió. El bravo de Samuel Flórez resultó precisamente eso, bravo, para nada manso, pero se resistió al juego de la carrera desde el primer segundo. Aparentemente entero llegó al matadero tras suprimirse un tercio del recorrido, dadas sus paradas constantes y la dictadura que impone el reloj al tiempo de los enmaromados en la calle para evitar espectáculos innecesarios. Pero no entró al quite de los corredores, y fue una lástima: eso le convirtió en un toro tacaño pese a sus señas de identidad y las cualidades que parecía mantener intactas.

En la calle Matadero y en la calle La Rúa y no en toda, estuvo tan solo el morlaco por la labor de poner a prueba a los corredores, que se pasaron la carrera haciendo labores de brega para convencer al animal de que avanzara. Cuando no hay carrera hay faena.

Tanta parada, tanta mirada fija de este "Pitarroso", tanto recule, terminó por confiar al público, que se arriesgó más de la cuenta en muchos puntos del itinerario pese al peligro.

El animal ya avisó en la salida. Saltó del toril con cierta parsimonia y se quedó mirando. Cuando el público se movió levantando las manos, se fue hacia la masa como en las películas de dibujos animados: como una locomotora echando humo. La barrera de corredores que siempre aguarda al enmaromado de turno se combó hacia dentro, y solo la maroma evitó que "Pitarroso" se cobrara alguna víctima de su enfado. Cayó al suelo el animal y con el media docena de corredores, que sintieron su aliento cerca. A partir de ahí comenzó a imponer su ritmo lento, y solo ocasionalmente trotón. Empleó 11 minutos en llegar a la Rúa, y casi media hora a la argolla de la plaza de la Madera. A medida que avanzaba en el recorrido, más terco se volvía, pero seguía pareciendo íntegro de forma, sin signos de cansancio. Tras tanta parada y tanta brega, se decidió acortar su recorrido desde la calle de los Carros por la Travesía de Santiago hasta la plazuela de los Leones y la calle Agujero. Entró en el matadero con la misma flema que había exhibido durante 102 minutos.