La solemnidad llenó ayer la iglesia de San Cristóbal de Entreviñas. Se extendió tanto por el templo como por las calles. La catedral del Esla lograba un lleno absoluto porque la fiesta de la Virgen de la Trinidad es en esta localidad la fiesta más emotiva. No en vano existe una cofradía que vela por la tradición y el boato característico de la festividad. Si en algún pueblo de los valles de Benavente se puede presumir de solemnidad en sus actos religiosos, sin lugar a dudas el referente es San Cristóbal de Entreviñas porque el pueblo se vuelca dando muestra de ello en la calle con la procesión de la Señora portada en andas por los cofrades.

Con una ordenada disposición en el desfile y con recogimiento niños y mayores enfilan una comitiva procesional con la imagen de esta venerada Virgen y los estandartes. La decena de niños de Primera Comunión se ve incrementada en este día porque se suman algunos que residen fuera y ya la han hecho en sus lugares de residencia.

Los campanerros voltean y voltean los grandes instrumentos ubicados en dos vanos de la torre porque la Virgen Santísima de la Trinidad está en la calle. Una numerosa representación de la banda Maestro Lupi a la que pertenece una veintena de jóvenes de San Cristóbal que constituyen la banda municipal, vaya si se hacía notar y con acordes bien ensayados y desfile al uso.

La celebración de la misa contó con un invitado especial, el vicario general de la Diócesis de Canarias, Hipólito Cabrera, quien recogía de unos niños, postrado de rodillas, el presente de unas flores para agasajar a la Virgen.

San Cristóbal organizó el viernes un concierto del coro Tomás Luis de Victoria de la Universidad Pontificia de Salamanca y durante estas jornadas hasta este lunes un abanico de actividades como exposiciones de bordados, y cuadros al óleo de la artista benaventana Mª Ángeles Llamas, competiciones deportivas, cuentacuentos participativos, verbenas, etc. Para esta tarde está previsto un concierto de copla y flamenco.