Después de cinco meses, la perra de nombre Simdy es un ejemplo de supervivencia gracias al cariño de sus dueños. Una gélida madrugada un desaprensivo la dejaba abandonada junto a otros cinco perritos de la camada en pleno asfalto de la carretera N-525, a la salida de Camarzana de Tera, en las inmediaciones de la calle que entronca con la vía nacional.

Acurrucados unos a otros, los pequeños cuerpos de tan solo un mes constituían un extraño objeto para algunos conductores que circulaban por la calzada cuando ya comenzaban a despuntar los primeros y tímidos rayos de sol de ese domingo 8 de noviembre. Unos jóvenes no dudaron en detener su vehículo sorprendidos por el hallazgo. No obstante, la alegría no era plena, porque ya uno de los perritos yacía atropellado en la vía. Posiblemente su instinto le hizo separarse de la camada con un resultado de trágicas consecuencias.

Cinco pequeños mastines estaban ya a salvo y en unos jóvenes brazos de gente amante de los animales. Dos de ellos se quedaron en casas de Camarzana, otro fue para una de Junquera de Tera y los otros dos en manos de la perrera benaventana.

Del hallazgo de los perros tras su abandono en pleno asfalto se hacía eco este periódico a la par del acto desaprensivo criticado por una buena parte de la población. Desde aquel día, Simdy, como asi le bautizaron sus dueños, ha venido siendo una mascota feliz que ya ha dado muchas alegrías en la casa de José Luis y Jesica y sobre todo a la pequeña María. Esa niña que juega y quiere con locura a su fiel perra, a su Simdy que le lame su cara y cuyos saltones ojos compiten con los de la pequeña. Tanto a María como a sus dos hermanos, la inquieta Simdy los trae de cabeza, pero es a la niña a quien la superprotectora perra que "come como un toro" no deja ni un momento. "Todo el día están jugando y forma parte de la familia, es una más de la casa", apunta Jesica elogiando las virtudes del fiel mastín que además ha congeniado con otra mascota de la casa, un can de la raza yorkshire.

Simdy deja que su querida dueña ascienda sobre su lomo, que le sujete fuertemente por las orejas, por el pelaje de este mastín sobre el que llegó un día a iluminarse una estrella truncando los quizás desventurados deseos de un desaprensivo. Una estrella de nombre María le ha dado la vida, la que le podía haber quitado el asfalto.