En torno a una treintena de aficionados del juego de la calva participan todos los domingos del año en las instalaciones existentes en la localidad de Ayoó de Vidriales. Hasta esta localidad vidrialesa recalan los amantes de este juego autóctono y deporte a la vez, en el que domina la habilidad y el entrenamiento.

Es la asociación cultural "Perafondo" de Ayoó de Vidriales la que se viene encargando, semana tras semana, y así durante todo el año, de reunir al numeroso grupo de aficionados de las localidades próximas del valle de Vidriales. Incluso algunos del valle del Tera se han sumado a este juego.

En las recién construidas instalaciones dotadas con cuatro pistas con lecho de arena y una gran pérgola, así como una caseta almacén que sirve para recoger utensilios de juego, los amantes de la calva compiten tanto en parejas como a nivel grupal.

La destreza y habilidad de algunos de estos aficionados se ve cuestionada en parte cuando hasta el lugar llega un vidrialés de pro en este deporte. El nacido en Villageriz, José Núñez Cepeda, a la sazón varias veces campeón de la liga nacional de calva de segunda categoría. En la última celebrada el pasado mes de septiembre en Madrid, José Núñez, se alzó con el segundo triunfo, con una calva menos que el campeón.

De Vidriales tenía que salir un embajador zamorano de la calva porque en estas tierras, y desde siempre, se ha venido practicando este juego.

El numeroso grupo que viene semanalmente practicando en Ayoó, lo hace "para pasarlo bien entre amigos, a la vez de crear afición" como señala uno de los habituales. Provistos cada uno de su morrillo, ya sea de la dura madera de encina o de roble, se disponen a lanzarlo sobre la calva. Ese ángulo de madera instalado a una distancia reglamentaria y sobre el que muchos llegan a golpear a la primera. Se les nota que el constante entrenamiento favorece su certero lanzamiento. El marcador sobre el poste va señalando las tiradas.

Otros, en cambio, se acercan hasta el lugar para ver jugar a sus vecinos o amigos. De esto se trata, de pasarlo bien, y después el perdedor o perdedores cumple pagando una ronda de refrescos o cervezas a sus compañeros.

El compañerismo en este juego no tiene edad, porque mayores, jóvenes e incluso algún niño ya despunta en la competición ante sus duros rivales. De momento, parece ser que el juego es exclusivo de varones. Aunque tímidamente alguna fémina ya se ha atrevido con el lanzamiento del morrillo.