Miles de benaventanos y gente de la comarca le dio ayer un mordisco a la pobreza.

El Día del Ayuno Voluntario, más conocido como el Día del Bocadillo, se desarrolló ayer con gran respaldo por parte de la población.

Cerca de tres mil bocadillos fueron vendidos con el fin de recaudar fondos para un proyecto agrícola en Honduras, del que se beneficiarán 8.000 personas.

La reciente gala celebrada en el teatro Reina Sofía, el pasado fin de semana, así como el dinero obtenido de la venta de bocadillos en la jornada de ayer, ayudarán a la "preparación de ochenta parcelas, a las que se hará llegar el agua para poder plantar alimentos", explica Sara Cadenas, una de las voluntarias habituales de la ONG Manos Unidas en Benavente.

El proyecto, asignado desde la sede central en Madrid, ha confirmado previamente su viabilidad con un perito y, aunque surjan otras necesidades, "no se puede destinar a otro objetivo", según explica Cadenas, que confía en que el número de parcelas "se puedan ir aumentando" en futuros planes, dándole así a la idea "una continuidad", dijo momentos antes del inicio del reparto.

Imágenes y vídeos documentarán la labor para reflejar que el dinero recaudado se ha destinado al fin previsto.

Plántale cara al hambre

La campaña este año se denomina "Plántale cara al hambre" y busca defender precisamente el derecho a la alimentación.

En el discurso que se leyó ayer, antes del inicio del reparto de los bocadillos, se habló de los diversos compromisos que se adquieren con la compra de las papeletas: sembrar recursos, facilitar el acceso a agua, tierras, semillas, etcétera, sembrar capacidades "para que los agricultores desarrollen sus labores de manera respetuosa con el medio ambiente", según las palabras de Don César, el párroco de la iglesia de San Juan, quien también apuntó al objetivo de solucionar el problema del hambre, sembrar solidaridad y seguir trabajando en colaboración con personas e instituciones.

Cien voluntarias

Hasta llegar a los bocadillos listos en cajas y a la larga cola de gente esperando frente a la sala Lagares, a donde se tuvo que trasladar la actividad, prevista junto a la iglesia de Santa María, a causa de la lluvia y el viento de la mañana, hubo detrás mucho trabajo que no se ve, pero sin el que no es posible desarrollar la actividad.

Un centenar de voluntarias se encargaron de cocinar las tortillas y prepararlas, junto al embutido, en los trozos de pan, que luego fueron envueltos y embolsados para su reparto. Manos Unidas agradece la colaboración tanto de las empresas que facilitan la materia prima como de los particulares que facilitan sus vehículos para el transporte.

Entre la población acudió gente de todas las edades, desde grupos de chavales hasta los más mayores, pasando por el alcalde y concejales que también quisieron contribuir con la causa.