El pueblo de la Milla de Tera se convertía hace 105 años (el 1911) en el pionero de la provincia, tras la capital de Zamora (1897), en disponer de energía eléctrica. Fue todo un acontecimiento que incluso los viajeros que transitaban por la recién construida carretera N-525 calificaban el fenómeno lumínico que se vislumbraba en la noche como si las estrellas hubieran bajado del cielo. Hasta cantares le dedicaron a este pequeño pueblo entre el cordel sanabrés y la entonces recién construida carretera de Benavente a Mombuey. "La Milla ya no es La Milla, La Milla es una ciudad, quien ha visto por La Milla pasar la electricidad", así decían esas coplas.

Fue un visionario y emprendedor de Villanueva de Valrojo, don Federico de Vega Vara, quien ya poseía un molino en las aguas del Tera en el término de Val de Santa María y estaba decidido a ampliar su actividad fabril de molienda para lo cual buscaba terrenos propicios al otro lado del río. La distancia de poco más de tres kilómetros desde el río Tera no se trataba de una dificultad insalvable para trasladar la energía hasta La Milla. Hasta la zona de "la Cuesta", cerca del pueblo, en las inmediaciones del cordel sanabrés por donde circulaban los arrieros con carros y carretas llegó el primer tendido con tres hilos de cobre apoyados sobre "palos de madera, muchos de ellos torcidos", como informaron vecinos mayores de La Milla.

Don Federico instaló 14 bombillas por el pueblo y una en la iglesia. Las primeras casas, solo algunas al principio, entre ellas la casona de arrieros, se permitían poder pagar casi 10 perras gordas y alguna perra chica, o una peseta al mes, por disponer de una bombilla de 15 vatios y eso solo en la cocina. La luz solo llegaba desde las ocho de la tarde hasta la salida del sol.