Los vecinos de Ayoó de Vidriales y de la zona se volcaron en el último adiós al sacerdote Felipe Tostón Martínez, de "un cura bueno", como resaltaron quienes le conocieron. El prelado de la Diócesis de Astorga elogió en la homilía la entrega del finado a los demás, especialmente a los enfermos. "No hizo un milagro espectacular, pero el milagro de su vida consistió en su entrega y dar auxilio a los enfermos", resaltaba monseñor Juan Antonio Menéndez quien acudía a la iglesia de San Salvador en Ayoó para presidir la misa exequial del presbítero, del primer sacerdote diocesano fallecido tras su reciente toma de posesión el pasado 19 de diciembre como prelado de la iglesia asturicense.

Unos funerales presididos por el obispo acompañado por el vicario general, Marcos Lobato, y el vicario episcopal de la zona de Zamora, Pedro Centeno, actuando como maestro de ceremonias, el párroco Miguel Hernández, y con la asistencia de medio centenar de sacerdotes y el templo lleno de público. Como corresponde a los funerales de un presbítero, sobre su ataúd se colocaba una casulla y el libro de los Evangelios.

Los restos mortales del sacerdote llegaban a las cuatro de la tarde a las puertas de la iglesia en la que Felipe Tostón Martínez fue bautizado hace 74 años, pasando por la escuela de Ayoó hasta llegar al Seminario Conciliar de Astorga donde en abril de 1968 fue ordenado presbítero por monseñor Briva Miravent en la capilla Mayor del Seminario de la Inmaculada. Su ministerio pastoral lo ejerció durante 40 años en las parroquias orensanas del Bollo, pertenecientes a la diócesis, primero cuatro parroquias y más tarde de un total de ocho compartiendo su ministerio con la labor docente hasta que debido a su delicado estado de salud se trasladó a vivir a su pueblo natal donde ha colaborado con el Centro de Atención Pastoral Vidriales.